Vuelvo a un tema que me resulta muy curioso y, para que negarlo, irritante. Por qué tanta gente preparada e informada en países como Canadá ven con magnanimidad y hasta beneplácito experimentos populistas como el de Chávez en Venezuela y el de Morales en Bolivia.
Por qué, como dice Carlos Rodríguez Braun, lo que resulta absolutamente inadmisible en un país como este es bueno para América Latina.
En estos días terminé de leer El Regreso del Idiota y me parece que los autores dan en el clavo cuando lo explican de esta manera:
El idiota europeo necesita estos espejismos para que sus sueños ideológicos tengan algún soporte.
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El idiota europeo, sea español, francés, alemán, italiano o danés, guarda de América Latina una imagen trasnochada y elemental, un paisaje social polarizado donde todo se reduce a pocos muy ricos y muchos muy pobres, a guerrilleros buenos y militares malos, a blancos e indios, a oligarcas y caudillos populares, a izquierdas redentoras y derechas opresivas, a rascacielos y favelas. Todo esto visto sin matices ni reales exploraciones de una realidad, plasmado en contrastes rotundos y sujeto a vulgares distorsiones, hijas de una fábula que es común a los idiotas de los lados del Atlántico y que no permiten una mejor comprensión de los reales factores de desarrollo y modernidad de América Latina y de sus verdaderos enemigos. Los viejos estereotipos sustituyen el conocimiento y el análisis.
Cada día estoy más de acuerdo con el título del libro de Michael Savage "Liberalism is a mental disorder"
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