Hace unas semanas publicaba acá un artículo de La Nación sobre las nacionalizaciones del kirchnerismo. Este es el punto de vista de Jorge Ávila.
¿Tiene sentido seguir hablando de estas cosas? No. Nos podemos pasar tres días tirando estadísticas y datos y será al fart. Se trata de una cuestión ideológica:
El pasado domingo 23 de diciembre, La Nación publicó un artículo del periodista Diego Cabot cuyo título es un gran acierto: "Transporte público. Mas estatal que privado." En efecto, la política kirchnerista para las empresas privatizadas ha consistido en restatizarlas de diversas maneras. A unas, como el Correo, de golpe y sin disimulo. A otras, como los peajes de las autopistas y los trenes, solapadamente, congelándoles las tarifas en pesos en forma indefinida luego de una gran devaluación, y recortándoles facultades esenciales, como las de inversión. Más o menos la misma política se les ha infligido a las empresas de gas y electricidad. Esta política ineficiente, demagógica y corrupta (pues cuando se concentran fondos y decisiones en pocas manos las coimas se vuelven inevitables) es la primera responsable de la crisis de suministro de agua, gas y luz y de la triste declinación de las autopistas y el transporte público y privado. Sí, también del transporte privado de pasajeros urbano e interurbano, ya que éste depende de un subsidio estatal para el gas-oil, paga salarios fijados por decreto y cobra boletos fijados por el gobierno en valores irrisorios. También esta política es la causa básica del enorme déficit que exhiben las empresas públicas y privadas intervenidas por el gobierno de los Kirchner.
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