En estos días estuve chateando con Rosenwasser, El Opinador en Santiago del Estero.
Me contaba hecho un basilisco que en la secundaria donde tiene unas horas de contabilidad no se roban los agujeros de las cerraduras porque son incorpóreos.
Es imposible poner papel higiénico en el baño de profesores porque desaparece a las pocas horas. Ni hablar de los baños de los alumnos.
En un momento a unas empleadas administrativas se les ocurrió la muy civilizada idea de poner unas muy coquetas toallitas de tela para secarse las manos. Habían comprado varias y se turnaban para llevarlas a la casa a lavarlas. Hasta que un día las encontraron en el piso llenas de mierda. Las habían usado para limpiarse ya saben qué.
Lo más triste es que se trata de profesores y personal administrativo de una escuela secundaria, gente que por su pasaje por el sistema educativo formal pertenece a una elite absoluta.
¿Cuál es la diferencia entre una sociedad a la que le va como a la argentina y otra que obtiene resultados como la de Canadá?
No pasa por el acceso a la tecnología, ni por la infraestructura, ni los trenes bala ni las autopistas.
Está mucho más relacionado al sistema de valores que condiciona nuestra actitud ante la vida.
En Québec recibir un cheque por correo es lo más normal del mundo. Conozco compañías que reciben rutinariamente cheques por centenares de miles de dólares.
En Tim Hortons y otros lugares de comidas rápidas, las propinas quedan sobre el mostrador, al alcance y manotazo de cualquiera que haga un pedido.
Es muy común ver que las organizaciones de beneficencia dejan cajas de chocolates con una alcancía en negocios, oficinas, salas de espera y demás lugares públicos. La gente deja el dinero del precio y se lleva la golosina.
Es horrible decirlo, pero ¿se imaginan algo similar en Argentina?
¿Por qué somos así? ¿Es una cuestión de ingresos? ¿O, como me temo, se trata de la necesidad patológica de sacar ventaja permanentemente y seguiríamos con el afano aún con ingresos más altos?
Una de las cosas que mas le sorprendió a mi hijo de USA (y eso que vio muuuuchas cosas para sorprenderse) fueron las máquinas para venta de diarios. No podía creer que nadie se llevara m´s de un ejemplar.
ReplyDeleteEn un negocio, no me acuerdo cual, me sorprendió ver un defibrilador portátil, en una repisa protegido por un vidrio simple. Acá se afanan los matafuegos de los palieres de edificios "buenos"... cunato duraría un equipo que vale más de 600 dólares??
Luis, me parece que la respuesta es difícil. Creo que todo depende en que lugar uno se encuentre (me refiero a lugares dependientes del Estado) para que ocurran estas cosas. No me parece que esto ocurra en el sector privado.
ReplyDeleteIgual, ventajeros hay en Argentina y en todas partes del mundo. Y hasta puedo afirmar que sociedades parecidas a la argentina han salido adelante (España e Irlanda, por ejemplo. ¿Y México que tal?); aún cuando sé que entre los argentinos existe cierta tendencia a apropiarse de lo ajeno.
¿Qué opinan?
Andrés
mi viejo me vino a visitar hace unos meses(los angeles)y tambien se sorprendio de la maquina de diarios, no lo podia creer!
ReplyDeletesaludos, McMannus
Creo que volvemos al mismo tema Luis: la educación y los premios y castigos.
ReplyDeleteAdemás, agrego hoy en Argentina, la exclusión social de una gran cantidad de personas que les da lo mismo matar que morir. Como están fuera del sistema, tampoco van a cumplir las reglas básicas de convivencia de una sociedad civilizada.
Conozco supermercados en el Reino Unido donde cada cliente va marcando las compras que pone en su carrito, en un lector de código de barras manual y cuando llega a la caja, la empleada lo único que hace es imprimir el ticket con los datos tomados del lector. Nadie controla lo que uno puso en el carro.
Ahora bien, si a la salida, la gente de seguridad se le ocurre verificar el ticket con las compras y llegara haber algún tipo de error, el titular de la compra muere socialmente y luego, como pena adicional, le caerá la ley.
En esos lugares no hay cartoneros, villas, gente revolviendo la basura para comer, chicos descalzos, cloacas al aire libre, chicos jugando con basura, desnutridos, analfabetos, etc, etc.
Hoy, en muchos lugares de nuestro país (demasiados para mi gusto) la escuela, es un lugar donde ir a desayunar o comer su único plato del día.
Ni hablar del estado del edificio o su mantenimiento.
Llevamos más de 5 años de crecimiento sostenido, con un superávit histórico y todo está peor.
Alquien puede decirme a donde va todo el dinero?
Pablo
PD y eso que hoy me levanté optimista!
Andrés, Es cierto, en el ámbito público es mucho peor. Trabajé casi diez años en una empresa multinacional de primera línea de origen norteamericano y estas cosas se tomaban muy en serio.
ReplyDeletePero conocí otras en donde había gerentes y directores que se robaban hasta los saquitos de té de la cocina.
Insisto, es una cuestión cultural.
Lo dicho en este post es pegar bien en el centro del problema nuestro (de la Argentina y de los argentinos). Ahora que hacer? Cual será la tarea que (a modo de pico y pala) signifique que podamos revertir esta situación? Contestar la educación suena (atento lo avanzado del fenómeno) a entelequia. Quizas haya que parar todo (el trànsito, los laburos, las conversaciones) y concentrarnos en esto: dejar de cagarnos los unos a los otros. Amén.
ReplyDeleteLuis, yo creo que no somos la única sociedad en donde ocurre esta serie de cosas. Es más, creo que existen otras sociedades en donde pasa lo mismo y sin embargo salieron adelante.
ReplyDeleteNo sé si pensarán lo mismo.
Andrés
El rasgo principal de los argentinos es que somos unos arrogantes resentidos. Por eso pensamos que el universo nos debe el lugar de primacía mundial, y que nos lo robaron.
ReplyDeleteY eso también se manifiesta individualmente. Todos piensan que deberían vivir mucho mejor de lo que lo hacen, y que viven así de mal por la culpa de demás, de los que viven mejor.
Por eso está justificado vengarse robando lo que sea, que más que una ventaja es una "reparación".
¿Cómo se arregla? Con una catástrofe que ni puedo imaginar, y que difícilmente ocurra.
Nos tienen que bajar los humos como con 100 Falklands, tenemos que caer como Japón en 1945.
Es difícil decidir si es mejor la cura que la enfermedad.
Tan de acuerdo con Blogovido... Duele el alma, pero es así.
ReplyDelete