Todo un símbolo de la Argentina del polvo y del espanto, la de millones de argentinos convencidos de que el progreso y la sofisticación pasan por ser cada día más pobres.
Pasé mil veces por el lugar y siempre me paraba a mirarlo. Qué pena que me da que se encuentre en este estado. Tal vez sería mejor devolverlo a su país de origen.
A ver si por lo menos lo dejan bien al pobre y querido tótem.
ReplyDelete