Ando complicado de tiempo. Un par de temitas, como quien no quiere la cosa:
Hoy vi en CNN que al final parece que renunció el gobernador demócrata de Nueva York implicado en un escándalo con prostitutas. Como dice el compañero de lucha blogueril Mike, si hubiera sido republicano todavía lo están pateando en el piso.
El lunes pasaron en la tele un especial sobre el viaje de Cameron Díaz y su consorte a Perú. Aparentemente la actriz fue a darse un baño de pueblo y “recargar energías”. No deja de resultar muy interesante la actitud que tiene para con los “campesinos” de la zona una persona que gana varios millones de dólares por película.
El guía se encargó de organizarle una serie de espectáculos de bailes y costumbres locales, incluida la visita a un “chamán”, que la descargó de la mala onda frotándola con hierbas de la zona.
Una amiga quebeca me dice que no es la pobreza o el atraso lo que atrae a las Cameron Días del mundo, sino la sencillez y la solidaridad de los “pueblos primitivos”. Perdón por mi cuota de cinismo, pero esa zona de Perú, como cualquier otra del mundo, tiene muy poco de sencilla o solidaria. Hilario Mamaní tiene exactamente los mismos problemas que cualquier hijo de vecino: cómo paro la olla y cómo hago para que mis hijos vivan mejor que yo.
A los pocos días, Doña ídem volvió a su mansión de 12 millones de dólares en el sur de California, a conducir su Toyota hibrido con un precio equivalente a los ingresos anuales de toda la aldea, y habrá colgado en algún desván el poncho y gorrito tejidos que le regalaron.
Mientras tanto, los peruanos de la zona seguirán viviendo en sus chozas, comiendo de tanto en tanto, viajando decenas de kilómetros para ver un médico, tomando agua de lluvia en el mejor de los casos y haciendo sus necesidades en una zanja.
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