Ricardo Lafferriere sobre la maravillosa idea de aplicar confiscaciones al único sector auténticamente competitivo a nivel internacional para financiar gigantescas transferencias a "industriales" que no pueden competir ni con Brasil:
¿Qué diría Techint si el gobierno decidiera “retenerle” el 44 % del precio total que cobra por un trabajo exportado, con el argumento de que está lucrando con la pesificación asimétrica que le permite pagar salarios retrasados?
¿Qué diría el inefable Cristiano Ratazzi, presidente de FIAT, si del precio de cada automóvil que exporta –fabricado en el país con combustible subsidiado, energía subsidiada y salarios subsidiados- se le retuviera el 44 % de su valor?
¿Por qué lo que parece justo en un caso provocaría una generalizada repulsa en los otros? ¿Por qué al campo se le puede robar, y a los industriales no?
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Esta lucha está mostrando la puja de dos países.
El futuro de crecimiento en un país abierto al mundo, competitivo e inclusivo, protagonista de la globalización sin enconos ni complejos, asentado en la potencia creadora de sus hombres y mujeres trabajando con imaginación y tesón, o el pasado de un país cerrado y clientelista, prebendario y corrupto, en el que los ciudadanos son objetos de las trasnochadas veleidades políticas o ideológicas –destinadas al “zonzaje”- por parte de la vergonzosa asociación ilícita que se está quedando con el país.
Y sí, insisto, más allá de infinitos idioteces en que cree el argentino medio, la única que realmente es la que asegura la decadencia es la creencia en el modelo productivo, que sin industria protegida los "terratenientes" esclavizarían al resto del país, habría desempleo, sueldos más bajos e importaríamos todo.
ReplyDeleteEse absurdo es una traba insuperable para la nación argentina.
Y erradicarlo, si es que alguna vez ocurre, tomará generaciones.
Una vieja táctica, la de dividir. Así le va al país desde que apareció en escena política el cáncer que es el peronismo.
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