Hace unos años tuve la oportunidad de visitar Corea del Sur durante ocho días por trabajo. Una experiencia muy interesante que me dejó sensaciones encontradas.
Llegué a Seúl después de casi 24 horas de viaje y escalas en Miami y Dallas. Si no se trata de una persona de rasgos orientales, la gente inmediatamente supone que se trata de un ciudadano de EEUU.
Es muy extraño caminar por la calle y sentir, tal vez por primera vez, que se es parte de una minoría racial.
Por un lado, me sorprendió la modernidad y desarrollo de la ciudad, con hoteles, edificios y negocios muy superiores a cualquiera de Buenos Aires. Se nota el progreso de los últimos 30 años.
Pero, caminando por la calle también se ve a personas mayores de muy baja estatura y sin dientes y otras rémoras de un pasado de pobreza no muy distante.
Salvando las distancias, me pasó algo parecido en viajes a España e Irlanda. Algo similar me ocurre en Québec. Por ejemplo, hasta la que vendría a ser la generación de mis padres, era normal para una familia tener 10 o 12 hijos y la estatura promedio es menor que la de otras provincias del país.
Se trata de sociedades que hace 50 años eran considerablemente más pobres que la Argentina y vienen recorriendo un camino en sentido inverso al nuestro. Mientras que Corea, España, Irlanda y Québec se desarrollaron e ingresaron al primer mundo, Argentina sufrió un inédito proceso de desdesarrollo.
Sufrió y sigue sufriendo. No hemos tocado fondo aún.
ReplyDeleteMe hace acordar a México también en cuanto a sentirme minoría, sentirme diferente a la mayoría, donde también pensaba que era americano y me hablaban en inglés en el centro.
ReplyDeleteEn 20 o 50 años no vas a ver en países estancados o pobres como Argentina a desdentados y petisos nada más que porque los precios internacionales de la comida, por más que nos quieran convencer, son mucho más bajos.