Qué les puedo decir, fantástico lo de Rozitchner. La respuesta a mi pregunta de siempre, cómo es posible que tanta gente educada, preparada e informada se prenda en locuras como estas:
Desde cierta perspectiva este gobierno ha inventado un truco perfecto para administrar la argentina y el difícil ánimo de sus habitantes.¿En qué consiste? Han dado forma a un gobierno para apoyar al cual no hay que estar a favor de nada. ¿Por qué esto es una operación genial? Me explico: conociendo el ánimo crítico, disconforme, quejoso, decepcionado, melancólico, revanchista, del argentino (o de una gran parte del conjunto nacional, al menos, y de una parte significativa), este gobierno creó, tal vez sin darse cuenta, un mecanismo infalible. Uno puede apoyarlo, sin hacer el gasto anímico de estar a favor de algo, desde una pura negatividad resentida y pseudo justiciera.
No hace falta poner el cuerpo, el deseo, el ingenio, la creatividad al servicio de un objetivo vital, con la puteada y el enojo es suficiente. La elemental y espontánea expresión de negatividad basta como una especie de apoyo automático a la gestión (o a la falta de gestión, digamos), suma a la construcción de un poder que funciona más bien como un no poder, de un gobierno que es un desgobierno, de un abordaje de la política que resulta anti político y de un sentimiento infantil y aplastante de la autoridad. El truco es precisamente ese: ¿no sabés apoyar, querer, construir, buscar, desarrollar, hacer crecer? No importa, tu resentimiento vale como moneda buena, te la pagamos bien.
Para los Kirchner odiar bien es ya equivalente a querer un poco. La gestión K no es una gestión constructiva, es una gestión combativa, y ese combate, improductivo o más bien desgastante y contraproducente, hace que el país se detenga otra vez más en una situación de desarrollo atragantado, de desarrollo insinuado y perdido, que se nos va entre las manos como si fuera agua. Una vez más, pero parece que nos gusta.
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