Les recomiendo leer completo el último informe de Manuel Solanet, en el que describe la increíble maraña de subsidios cruzados, controles de precios y prohibiciones en general en el que se ha vuelto a meter Argentina.
Me imagino que por lo menos algunos de los argentinos se acuerdan de cómo termina todo esto:
Los argentinos estamos viviendo la sensación de una creciente presión. Se manifiesta en diversos frentes de confrontación que emanan del discurso diario y crispado del matrimonio presidencial, pero también se evidencia en distorsiones materiales, acumuladas por una gestión que desde hace varios años ha empleado la arbitraria intervención estatal para forzar a su gusto variables económicas y sociales intentando el menor perjuicio político electoral.
El modelo económico vigente tuvo su punto de partida en una devaluación que, luego de algunos altibajos, triplicó el precio del dólar. Desde aquel momento hasta hoy el impacto inflacionario de aquella medida fue amortiguado mediante congelamientos de tarifas, controles de precios, retrasos de salarios públicos y de jubilaciones, retenciones a las exportaciones y más recientemente, subsidios. El resurgimiento de la inflación desde comienzos de 2005 ha ido evidenciando gradualmente las distorsiones creadas por el retraso de los precios intervenidos frente a costos crecientes de producción. En algunos casos como el de los hidrocarburos, las distorsiones se han magnificado como consecuencia de la cuadruplicación de los precios internacionales del petróleo y del gas.
Un sinceramiento moderado de las tarifas y otros precios congelados de por sí te puede derribar un gobierno.
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