Hasta no hace mucho, varios analistas, entre ellos Marianito Grondona, hablaban del “modelo” de la reelección encubierta (alternancia entre Kirchner y su esposa) como un mecanismo del matrimonio presidencial para perpetuarse en el poder.
Como ya dije en su momento, pareciera que nos negamos a tomar en cuenta las serias limitaciones que impone la realidad a este tipo de proyectos populistas y que ya nos hemos olvidado de cómo terminan.
Dicho y hecho. A seis meses de la primera reelección, todo el mundo se pregunta cómo hacer para que terminen el mandato:
Nadie está despidiendo a los Kirchner. El problema es que ellos han decidido hacer lo necesario para su presencia resulte conflictiva y su ausencia una calma. Es verdad que no hay oposición. Tampoco hay conspiración. En marcha solamente hay un derroche del poder que provoca una fuga de autoridad y una pérdida de la confianza colectiva que volverá dificultosos los 3 años y medio que hay por delante. Una eternidad. Por cierto que es gravísimo.
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