Quedó sin efecto el aumento de las retenciones.
¿Me quieren decir para qué semejante quilombo? Es suicida.
Cualquier presidente con dos dedos de frente y 5 centímetros de cintura política rajaba de una patada al ganso de cuarta de Lousteau, le echaba la culpa de la medida, la dejaba sin efecto y negociaba otra más razonable.
Listo el pollo. Nada más fácil. Los productores rurales seguían apoyándolos, aunque tal vez un poco menos, el país no perdía 4 meses y no dilapidaban su capital político. Por lo menos por un tiempo más.
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