Después de años de vida en la nube de gas intestinal, una realidad paralela en la que las devaluaciones se hacen para que el salario real siga igual, la Argentina comienza a vivir a pleno el efecto pobreza.
Las inversiones de los 90, en todas las áreas, fueron hechas en base a un país con ingresos equivalentes a unos 8000 – 9000 dólares por habitante como piso. Con menos de 5000, y cayendo, los números no cierran.
A los cierres masivos de estaciones de servicio, cadenas de farmacias y demás ahora se les suman las cadenas de cines.
Pero, por supuesto, qué importan unos cines menos si hemos recuperado la Dignidad.
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