Blogo, tuve el placer de vivir en Harare y recorrí bastante el país.
Desde el punto de vista de la naturaleza y del paisaje, Zimbabwe es una maravilla.
Harare está situada a 1.000 ms. sobre el nivel del mar y tiene un clima excelente (tropical seco), en cuanto a temperatura promedio (19ºC), de día salís en mangas de camisa y de noche te tenés que poner un pullover. Tiene una estación seca y otra, breve, lluviosa donde cae agua a baldazos y con tormentas eléctricas de la hostia.
La ciudad tiene un centro moderno y un sector de comercios, hechos a principios de siglo, en un estilo muy especial (no sé cómo describirlos sin aburrir) y barrios residenciales de grandes casas del típico estilo colonial inglés que encontrás en África.
La ciudad está arbolada profusamente con "typical African trees" (como me dijo mi chofer cuando me enseñaba la ciudad) que resultaron ser los ¡Jacarandás y los Chivatos de flores rojas! (como los que hay en Posadas). Era (no sé ahora)una ciudad muy florida con jardines cuidadísimos y bastante bien mantenida para los standards africanos.
Después hay unos pocos barrios más de clase media (burócratas, comerciantes pequeños) y el resto de la población (la inmensa mayoría) vive en un suburbio llamada Chitungwiza en condiciones similares a las de Soweto. Siendo blanco, no entrás ni por asomo.
Como era un fanático lector de las novelas de Wilbur Smith, que transcurrían en Rhodesia y Sudáfrica, pude comprobar que todas las descripciones de la ciudad y de la geografía de Zimbabwe que relata son absolutamente fidedignas y era un gran placer recorrer los lugares donde había seguido la saga de los Courtney y de los Ballantyne.
Es más, Smith es amigo de un "rhody" (inglés nacido en Rhodesia) descendiente de uno de los compañeros de Rhodes, llamado Patrick Mavros, al cual conocí y que había peleado en el ejército de Rhodesia en los Ballantynes Scouts. Esta era una unidad especial dedicada a perseguir a los guerrilleros del ZANU que atacaban las farms de los blancos. Tanto los guerrilleros como los Scouts eran chicos duros que no se andaban con remilgos a la hora de hacer salvajadas.
Cada stick de los Scouts estaba compuesto por 8 hombres: 1 oficial blanco, 1 suboficial y 6 soldados Ndebeles (primos de los zulúes). Los Ndebeles se odian a muerte con los xhonas (tribu mayoritaria de Zimbabwe) y la gran mayoría de los Ndebeles ¡¡¡pelearon junto a los blancos!!! Son excepcionales soldados, infatigables y los guerrilleros del ZANU les tenían flor de susto.
No todo en Zimbabwe es sabana. En la frontera con Mozambique están las Chimanimani Hills que son de una belleza increíble, el paisaje no parece africano ya que son montañas con pinos y lagos y, por supuesto, British cottages. En una zona llamada Nyanga hay cascadas y ríos de montaña donde pescas truchas con mosca en un paisaje que parece el del Estado de Colorado.
Junto a la belleza de los paisajes, de la sabana con el "bush" y sus kopjies y Victoria Falls, Zimbabwe también tenía la cara terrible del África: enfermedades de todo tipo y color, 10% de la población total (16 millones) infectada con HIV, malaria, una desnutrición pavorosa, que te hacían estremecer.
El hambre era culpa directa del gobierno de Mugabwe ya que Rhodesia era exportadora de alimentos y los africanos no pasaban hambre, pero Mugabwe hizo una reforma agraria que le quitó la tierra a los farmers blancos que emigraron y la productividad agrícola cayó a menos de una economía de subsistencia.
Tengo mil historias para contar, pero va a ocupar mucho espacio.
Contaré unas pocas. En Zimbabwe éramos 11 argentinos en total. Seis vivíamos en Harare, los demás eran curas o monjas misioneras en el interior. Los de Harare vivíamos en un barrio llamado Avonsdale y, uno de ellos, le había dado al carnicero del barrio el cartel de la C.A.P. con los cortes argentinos y todos los miércoles nos juntábamos a comer unas tiras de asado, vacío, matambre, lomito, etc., etc. a la criolla!!! La carne era zimbabwana y exquisita, nada que envidiarle a la nuestra.
Como no podía ser de otra manera, teníamos a dos pibes uruguayos pegados al grupo que tenían una mano espectacular para el asado.
Las "rhodies" de entrada me parecieron espantosas, las típicas inglesas desabridas y ordinarias de clase baja vestidas con telas estampadas con floripondios. A los dos meses, ya había descubierto que había algunas que eran bastante bonitas y, a los 4 meses, no me cansaba de decir que las rhodies estaban buenísimas!!!
Con los africanos negros es muy difícil que puedas integrarte. Tenés que hablar shona o sindebele (el idioma Ndebele) y sigue habiendo un recelo lógico hacia el blanco. Sí se daban cuenta que yo no era rhodie y me paraban por la calle para preguntarme de dónde era. Cuando les decía que era argentino, sonreían y me decían: "Argentina, Maradona". Era increíble porque me pasó muchas veces. ¡El programa deportivo de la TV de Harare tenía como cortina de presentación el inolvidable gol del Diego contra Inglaterra! Me caí de traste la primera vez que lo vi.
YO (el Enmascarado)
Usted es un lujo, Don Enmasca.
ReplyDeleteMuy buen relato! Vivencias envidiables.
ReplyDeleteComo siempre, Enmascarado, excelente tu relato.
ReplyDeletemuy buen relato... yo tambien era fanatica de W. Smith.. y me vine a casar (de casualidad) con un hombre que vivio 10 años en Johanesburg... comparte tu vision de las rhodies y en secreto te digo, creo que por esa razon se volvio a Argentina (se dio cuenta que no se iba a casar nunca con una de las locales..)
ReplyDeletesentada, cafe en mano, le estoy leyendo tu relato a mi hubby y me pregunta si leiste los libros de las historias de los rhodisian SAS...
Paralelamente una de mis mejores amigas resulta ser una anglo-americana cuyo padre es rodesiano y que emigró poco antes de subir Mugabe y cuya familia fue expropiada y asesinada cuando la reforma agraria.. qué historia tan triste la de esa región...
Queremos mas historias!!
A mí me disculpan, demasiada Rodesia, yo siempre fui fanático de las Tita.
ReplyDeleteLes agradezco a todos por la amabilidad de sus comentarios y me alegra que los haya entretenido a casi todos. Acabo de comentar mi nota anterior respondiéndole a un lector, llamado Diego Vélez, al que mi comentario le había parecido el de una azafata occidental.
ReplyDeleteDolores, no te quites méritos. Tu marido se enamoró de vos por tus virtudes y porque las argentinas son las mejores!!!
Si Louis y los demás co-bloggers están de acuerdo, con todo gusto agregaré algunas otras historias africanas, especialmente la de un argentino que conocí en harare y de cuya vida se podría hacer un libro de aventuras.
Decile a tu marido que conozco alguns historias de mi amigo Patrick Mavros que era medio SAS y siguió viviendo ahí después de la independencia.
YO (el enmascarado)
Don Enmascarado, ésta es su casa. Las esperamos con ansias.
ReplyDeleteTales from Harare, no puedo esperar.
ReplyDeletey ni hablar de coronarlos con algunas fotos.
ReplyDeleteSoy amigo del Enmascarado desde hace muchísimos años; razones de trabajo hace que vivamos en diferentes países y extraño nuestras charlas sobre temas de historia, especialmente historia militar.
ReplyDeleteEnmascarado, mensaje entregado.. y si te gusta la historia militar (como nos cuenta tu amigo Carlos) tendrias que estar conversando con mi marido no conmigo!! jajaja...
ReplyDeleteMuchas gracias, Carlitos.
ReplyDeleteUn abrazo grande.
Dolores, será un placer charlar con tu marido y que me cuente historias de los Rhodesian SAS.
A continuación y gracias a la amabilidad de Louis les contaré las aventuras de un argentino al que conocí en Harare que se llama Carlos A.
No confundir con mi gran amigo de muchos años y actual Co-Blogger de Blogbis.
A principios de los 70, Carlos vivía en Avellaneda, su paraje natal, y estaba de novio, muy en serio, con una vecina, Silvia, quien tenía 19 años en ese entonces. Carlos había terminado el industrial tres años antes y trabajaba en Sarandí.
Según su relato, una chica de Sarandí, hija de un conocido matarife de la zona, pretendió endilgarle un embarazo del que él negaba ser el autor responsable.
No habiendo todavía pruebas de ADN, al padre de la niña le importaba tres belines quién era el padre del futuro nieto, pero dado que la nena apuntaba como un Pointer de pura raza hacia Carlos quería a toda costa que éste se casara con su hija y se hiciera cargo. De lo contrario, amenazaba con pasarlo a cuchillo literalmente.
Carlos, convencido que la amenaza no era vana sino muy real y también sabiendo que él no era el padre del futuro niño, decidió que lo más conveniente era rajarse del país e irse a Australia, lugar al que muchos argentinos empezaban a ir en busca de un futuro mejor (no todos rajaban de acusaciones de embarazo, aclaro).
Fue a una agencia de turismo a comprar el pasaje y la empleada, buena persona pero mala vendedora, le dijo que probara suerte en Sudáfrica ya que el pasaje era mucho más barato y estaba, y sigue estando, bastante más cerca de la Argentina. Ni lento ni perezoso, Carlos compró el pasaje, se despidió desgarradoramente de su familia y de Silvia y se fué al África.
Llegó al aeropuerto de Capetown y se puso a buscar a alguien que tuviera aspecto de argentino para que lo orientase porque, me olvidé mencionarlo, CARLOS NO HABLABA UNA PAPA DE INGLÉS Y MUCHO MENOS DE AFRIKAAN!!!, lo que constituiría una barrera casi infranqueable para cualquiera menos para él.
Caminó bastante el aeropuerto y la inmensa mayoría de la gente que veía tenía aspecto de inglés, de boér (él no sabía que se llamaban así) o de negro. Cuando ya desesperaba de encontrar a alguien de aspecto ríoplatense o latino (había bajado sus pretensiones) vió a un señor que, me dijo él textualmente, "tenía mucha pinta de argentino" pese a que estaba vestido con una ropa típicamente sudafricana que consiste en una chaqueta-camisa de mangas cortas con bolsillos plaqué, medias de hilo hasta abajo de la rodilla, pantalones cortos y borceguíes de media caña.
El caso es que este orate se acercó al mencionado señor y le preguntó: "¿Habla castellano?" sin siquiera decirle buenas tardes.
El tipo respondió en perfecto castellano "Sí" mientras lo miraba con curiosidad. Carlos le largó una parrafada desesperada explicándole que venía a trabajar (no dió los detalles) y que, aunque tenía dinero, necesitaba algo de ayuda porque no sabía inglés. El tipo largó una carcajada y lo interrumpió diciéndole en perfecto porteño: "Pibe, vos estás totalmente en pedo, venirte a Sudáfrica así, sin saber un pito. Pero tenés un tarro bárbaro porque yo soy argentino".
El Sr. era gerente de la embotelladora de Coca Cola de Capetown y lo llevó a alojarse en la fábrica. Carlos es muy entrador y simpático y al gerente le dió pena. Le dió laburo, en negro (eviten el chiste fácil), le presentó a su familia y a un grupo de amigos argentinos.
El caso es que el joven Carlos fue aprendiendo inglés a los ponchazos mayormente hablando con los obreros y técnicos morochos (uso las palabras que los rioplatenses en África empleamos, para evitar problemas, en lugar de decir negros) que tienen muy diversas formas de pronunciar inglés según el grupo lingüístico de su tribu.
El caso es que habla inglés como un morocho sudafricano que perteneciera a diversas tribus...
Pasó asi casi un año y, como es blanco, la Policía nunca lo paró para pedirle documentos, pero su situación irregular lo tenía muy nervioso. Había ido conociendo a varios argentinos, uruguayos, italianos y españoles que estaban también ilegalmente y juntos trataban de buscar la forma de regularizar la cosa.
Un buen día, un español que decía haber sido cura, entró corriendo al café donde solían reunirse y les exlicó que se había enterado que el Gobierno de Ian Smith daba residencia permanente a los extranjeros que se alistasen para pelear contra los morochos que querían la independencia.
Lógicamente, varios se borraron porque sabían que la cosa en Rhodesia estaba muy jodida aunque la mayoría de los combates y atrocidades pasaban en las farms o en el bush y no en Salisbury.
Carlos y siete más, incluído el ex-cura, fueron al Consulado de Rhodesia (les recuerdo que Sudáfrica había reconocido al Gobierno de Smith) para averiguar cómo era el tema.
Alli les explicaron que daban la residencia a los extranjeros que se alistasen en el Ejército o en la Policía y que, luego de dos años, daban la ciudadanía rhodesiana. Confidencialmente, un empleado les batió la justa, que les convenía entrar en la Policía porque ésta vigilaba ciudades, pueblos y carreteras, pero iba al bush sólo un mes al año. En cambio, el Army estaba en operaciones rotativas de tres meses de duracion.
Carlos y sus compañeros prometieron pensarlo y fueron a tomarse unas cervezas Läger a un bar vecino. Luego de unas cuantas Läger, tomaron la etílica decisión de alistarse en la Policía y lo hicieron esa misma tarde. Al día siguiente ya estaban metidos en un vuelo a Salisbury donde los recibieron cordialmente y los enviaron a un campo de instrucción a prepararse.
Carlos me contó que la instrucción le pareció fácil, ya que había hecho la colimba como coreano en Argentina, pero mucho más intensa en cuanto a trampas cazabobos, manejo de subfusiles y metralletas, etc.
El caso es que estaba encantado de ser poli, estaba muy bien pagado, vivía en el cuartel así que ahorraba mucho, tenía un uniforme espléndido bien "british", una buena pistola y Salisbury era una ciudad tranquila, casi sin peligro y encantadora.
El asunto cambió cuando a los seis meses lo llevaron al bush cerca de la frontera con Zambia. Los metieron en el monte con sus pistolas y unas pocas Sterling. Me explicaba que tenía un cagazo terrible mientras seguía al hombre de punta en medio de los matorrales que, como era la época lluviosa, estaban llenos de hojas y se veía sólo a un par de metros. Decía que era terrible la sensación de que en cualquier momento te podías comer un balazo, o pisar una mina o una trampa vietnamita a las que eran tan afectos los guerrilleros.
El caso es que patrulló durante varios días sin que nada pasase hasta que, justo cuando ya se sentía un veterano, entró en combate. En una fracción de segundo sólo se oían los tiros de AK 47, el ruido de las balas cortando ramas y hojas y el seco tableteo de las Sterling. No vió a ningún enemigo y se limitó a disparar con su pistola en la dirección que tiraban sus compañeros mientras trataba de enterrarse lo más profundo que podía en el barro. De pronto, escuchó clarita la orden "Cease Fire", levantó la cabeza y vió a su oficial que lo miraba con aire socarrón mientras le decía: "You are a damned good digger".
Le temblaban tanto las manos que no pudo ni encender un cigarrillo ni tomar un trago de la cantimplora porque no embocaba la boca (la de él, no la de la cantimplora). El ruido de los AK 47disparando le había parecido ensordecedor al lado de los de su pistola. Su único consuelo era que no se había cagado ni meado encima. Al mismo tiempo, estaba furioso con los guerrilleros que habían pretendido matarlo a él, a la cosita de su mamá, a un argentino con un futuro de grandeza!!! Se lo tomó a pecho y en forma personal.
Cuando estaban vivaqueando ya había notado que los soldados del Ejército rhodesiano estaban mucho mejor equipados para el combate que los polis. Tenían fusiles de asalto sudafricanos, granadas de humo y de fragmentación, uniformes camuflados, ametralladoras ligeras y pesadas y morteros. Averiguó si era posible pasarse al Ejército y le dijeron que sí, pero que tendría que recibir instrucción miltar.
De regreso en Salisbury, se reunió con sus compañeros de Sudáfrica a intecambiar experiencias. Todos coincicideron en que estarían más seguros en el Ejército porque los guerrilleros trataban de evitar chocar con las tropas y atacaban las granjas y puestos policiales aislados. Además, si les tocaba combatir, estarían mejor equipados.
Se habían enterado que el Ejército asignaba grados militares según el grado de educación formal que tuvieran los voluntarios. Los argentinos que los tenían, immediatamente buscaron sus títulos secundarios que les permitirían ser, como mínimo, suboficiales, pero Carlos y otros dos notaron que les faltaban las correspondientes legalizaciones de los ministerios y, sobre todo, el de la Cancillería. Sin ellos estaban liquidados.
Por otra parte, los dos uruguayos y un argentino no tenían ni un miserable papel de estudio alguno.
La solución estaba en pedir permiso e irse al Consulado en Johannesburg, pero el vuelo tenía un precio prohibitivo y para ir por tierra había que ir en convoyes militares porque había partes del camino muy peligrosas. Como la suerte está de mano de los audaces y estos pibes eran una manga de inconscientes, decidieron que los rhodies en su perra vida habían visto diplomas argentinos y, por lo tanto, ¡¡¡se pusieron a falsificar sellos y los propios diplomas!!!
Uno de los chicos era matricero y se puso a copiar en plancha de corcho grueso los sellos oficiales. El ex-cura español tenía muy buena letra y sabía escribir con letras inglesas muy elegantes. Él se ocupó de hacer los diplomas que acreditaban que los dos uruguayos y el argentino se habían graduado de Técnicos Agropecuarios en la Facultad de Agronomía ¡¡de la Universidad Nacional de Baradero, prov. de Bs. As.!!!
Munidos de esta papelería, se enrolaron en el Ejército y les asignaron rango de cabos a todos, cosa que, sospecharon, demostraba que los rhodies no eran tan nabos.
HAGO UNA ACLARACIÓN NECESARIA: CUANDO ESTANDO EN SU CASA Y CONOCIÉNDONOS DESDE HACÍA YA UN TIEMPO, CARLOS A. ME CONTÓ TODO ESTO DE LOS SELLOS Y DE LOS DIPLOMAS, NO LE CREÍ.
ÉL, MEDIO CABREADO, LA LLAMÓ A SU MUJER QUE ME CONTÓ LO MISMO RIÉNDOSE DE LA LOCURA DE SU MARIDO Y DEMÁS CÓFRADES. EDUCADAMENTE ACEPTÉ LA VERACIDAD DE LO DICHO, PERO CARLOS SE DIÓ CUENTA DE QUE YO SEGUÍA CONVENCIDO DE QUE ME HABÍAN MENTIDO. SE FUE A SU CUARTO Y VOLVIÓ CON UNA BOLSA DE PLÁSTICO Y LA VACIÓ SOBRE LA MESA. ¡¡¡ERAN LOS SELLOS HECHOS EN CORCHO DEL MINISTERIO DE EDUCACION, DE LA CANCILLERIA Y DEL ESCUDO NACIONAL ARGENTINO!!! ¡¡¡LOS HABÍAN FALSIFICADO REALMENTE Y ESTABAN MUY BIEN HECHOS!!! ESTO LO VI YO CON MIS PROPIOS OJOS, NO ME LO CONTÓ NADIE Y PUEDO DAR FE DE ELLO.
A PARTIR DE ESE MOMENTO, CARLOS GOZÓ DE MI TOTAL CREDIBILIDAD Y ADMIRACION.
Volviendo al relato de la historia de Carlos, les dire que participo en varios combates y salio de la guerra como sargento, dos veces condecorado al valor.
La otra parte importante de su historia se refiere a Silvia, su novia de Avellaneda. Se habian carteado con mucha frecuencia y seguian queriendose mucho. Por mas que el jovem Carlos habia sabido ligar bien entre las rhodies, no estaba feliz, le faltaba algo.
Al final de su primer anio en el Ejercito rhody y luego de obtener su primer medalla al valor, le dieron una licencia de tres meses que aprovecho para volver a la Argentina.
Se paso los tres meses con su familia y con Silvia, sin pisar Sarandi ni por asomo.
Cuando le tocaba volver a Rhodesia, le entrego a Silvia un pasaje, de ida solamente, de Buenos Aires a Salisbury y le dijo que si ella realmente lo queria y queria casarse con el, la esperaba en Salisbury. Cuatro meses mas tarde, Silvia llego a Salisbury y se transformo en la Sra. de A. que yo conoci en Harare bastante tiempo despues.
Luego de la independencia de Zimbabwe, Carlos y Sra. se quedaron en Harare. El pidio la baja del Ejercito y empezo a trabajar en la filial local de la compania inglesa MC Plumbing.
Cuando yo lo conoci, era el duenio de la empresa en Zimbabwe. Hasta el anio 1997 se que todo le habia ido muy bien, pero la situacion en Zimbabwe se fue haciendo tan espesa que decidieron vender todo y regresar a la Argentina. El hijo mayor trabaja en una tabacalera en Salta y la hija se caso con un ingles y vive en Londres.
Si entran a Internet y buscan el Hotel Elephant's Hill en Victoria Falls, se encontraran con un gran hotel que se inauguro en 1992.
La griferia, sanitarios, azulejos y mosaicos del hotel !!!SON ARGENTINOS!!!
!!!CARLOS FUE EL QUE REALIZO TODA LA OBRA DE PLOMERIA Y REVESTIMIENTOS EMPLEANDO PRODUCTOS IMPORTADOS DE ARGENTINA!!!
Creo que ningun argentino puede imaginar que, muy cerca de las Victoria Falls, hay grifería FV y cerámicas San Lorenzo...
Espero les haya gustado esta historia absolutamente verídica, aunque pueda parecer de ficcion.
YO (el enmascarado)
BLOGO, gracias por tus comentarios.
ReplyDeleteMe encantaría poner fotos, pero cuando estaba en Africa no había máquinas digitales y todavía(soy un dejado) no pasé ni las fotos ni las peliculas al formato digital.
YO (el enmascarado)
QUE ALUCINANTE LA HISTORIA DE TU AMIGO CARLOS!!!! Gracias enmascarado... (hace dos semanas fuimos con nuestra hija mayor a ver The Phantom of the Opera y casi, casi que te imagino asi)
ReplyDeleteEnmascarado, le pido disculpas. Si hubiese sabido que era mujer hubiese optado por otro tipo de observaciones.
ReplyDeleteNo hay ningun problema con los relatos de azafata, el problema es a quien va dirigido.
Con la mano en el corazon, digame si alguna vez no se a sentido suavamente indignada ante el relato de guias turisticos, azafatas, guias de museo, etc. que repiten su versito sin tener mucha idea de la cantidad de errores, subjetividades, figuras culturo etno centristas, etc. que usan en esos relatitos armados por vaya saber quien.
Suavemente, es lo que quise hacerle notar, ya que el ambito de un blog no es el adecuado para ese tipo de exposiciones, principalmente porque tiene el defecto de los comentarios donde se puede discutir, corregir, contestar, a la expositora generandole en el peor de los casos un disgusto, o en el mejor, una charla que se enriquece en dinamismo y profundidad.
Las historias estan fenomenas, nada mas que no estaria mal revisar detalles, confrontar versiones y utilizar expresiones adecuadas. Siempre se sale aprendiendo algo mas.
En ese sentido quiero preguntar sobre una duda que tuve siempre sobre un tema relacionado. Hace mucho tiempo leyendo historia en algun lado lei que en la epoca de las guerras anglo-zulu, era tal el odio zulú hacia el invasor que hasta violaban los cadaveres de los soldados muertos, un comportamiento que se volvio sistematico en esas epocas, pero que no se si es verdadero. En la desastrosa derrota inglesa en Isandhlwana (previa a las gloriosas Termópilas inglesas de Rorke's Drift) aparentemente los morochos se habian echo un festin orgiastico, ademas del sanguinario.
Si de casualidad conoce del tema me gustaria que aclare dudas
Diego Velez