Creo que eso es lo que en Argentina se entiende por democracia, pero el voto y la elección es solo una pequeña parte del asunto, después hay que respetar a todas las minorías, sobretodo al individuo y sus derechos. Alberto Benegas Lynch lo dice muy claro:
Nos hemos olvidado de pensamientos medulares como los de Benjamin Constant en cuanto a que “los ciudadanos poseen derechos individuales independientes de toda autoridad social o política y toda autoridad que viole esos derechos se hace ilegítima [...] la voluntad de todo un pueblo no puede hacer justo lo que es injusto”.
Mucho más peligroso de los emperadores de la antigüedad son los gobernantes modernos porque cometen sus fechorías con el aval de los votos. Cicerón ya advirtió claramente que “El imperio de la multitud no es menos tiránica que la de un hombre solo, y esa tiranía es tanto más cruel cuanto que no hay monstruo más terrible que esa fiera que toma la forma y nombre del pueblo”.
No tiene desperdicio la nota. Rescato la frase anterior a la que citó Rothbard, aunque todo el artículo da para pensar un largo rato.
ReplyDelete«Incluso no resulta necesario estatizar empresas, es suficiente con la incautación del flujo de fondos por parte del aparato estatal. No es necesario aparecer como emperador de jure, se puede ser emperador de facto y con la apariencia de un régimen democrático, es decir, con el suficiente apoyo electoral, con o sin fraude, lo cual lo viste con un ropaje de legitimidad».
Hitler no nacionalizaba las empresas, nazionalizaba la mente de la gente.
ReplyDelete