Chateando con Rosenwasser.
Cosas de todos los días en la Argentina kirchnerista.
Me cuenta que asaltaron al esposo de una prima, de unos 25 años, que trabaja en el taller de una concesionaria VW en la zona norte del Gran Buenos Aires.
El muchacho sale a dar una vuelta con el auto de un cliente para verificar cuál era el problema, se le cruza otro auto y un tipo con una pistola se le sube al lado. Lo tuvieron paseando unos 40 minutos. Menos mal que les pudo explicar que era un triste mecánico (lo ayudó el mameluco lleno de grasa), que se trataba del auto de lujo de un cliente y que no podían seguir paseando porque corrían el riesgo de que el auto se pare y no arranque más.
Como se dice normalmente en estos casos en Argentina, la sacó barata. Más allá de las amenazas constantes y alguno que otro golpe con el caño de la pistola, no lo golpearon ni mataron. Lo dejaron en cerca de la General Paz, se tomó un remis y volvió a la agencia en el medio de un ataque de nervios.
Para colmo, tuvo que soportar los insultos del dueño del auto por haberse dejado robar.
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