Una persona anónima (por el pseudónimo parece aceptar tácitamente que lo suyo son gases en el cerebro) dejó un comentario en el post de Rothbard sobre el nacionalismo:
¿Quién carajo los puso a ustedes en el lugar de fiscales del universo, mirando sobradoramente a los demás, señalando defectos y errores ajenos, juzgando implacablemente a todos?
Normalmente borro sin más los comentarios francotiradores. Pero en este caso me gustaría aclarar algo.
En mi caso, y creo que va para los demás miembros del blog, trato de no juzgar a los demás. Creo firmemente en la libertad y responsabilidad individual. Cada uno sabe, o debería saber, lo que le conviene en la vida y cada uno es feliz como puede.
La muy sabia Constitución de 1853-60 lo decía claramente:
Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados.
Como decía mi viejo, cada uno es dueño de hacer de su culo un florero.
El gran problema surge cuando personas, por lo general cultores de alguna forma de colectivismo, pretenden imponer su proyecto de vida, ideas, valores, principios o ideales al resto de la sociedad. Por lo general, esa gente estás convencida de que los suyos son superiores a los de los demás y utilizan el aparato estatal/gubernamental para hacerlo.
Ejemplos sobran: reciclado de basura obligatorio, leyes de uso obligatorio de cinturón de seguridad, leyes contra el tabaco, contra los alimentos que engordan, contra los alimentos con azúcar, contra la comida basura, contra las drogas, la caridad compulsiva, el servicio militar obligatorio, contenidos obligatorios en las escuelas, los avances permanentes del estado en la relación padres – hijos, regulaciones profesionales de todo tipo, restricciones al comercio, al trabajo productivo, a la libre asociación, al desplazamiento de personas y bienes, y un largo etcétera.
Para utilizar la alegoría de mi padre: nadie tiene derecho a hacer de MI culo un florero.
Si una mayoría de argentinos decide auto condenarse a la miseria y al atraso en el plano personal, allá ellos. El problema es que no tienen derecho a obligar a suicidarse a la minoría, por más minúscula que sea, que sí desea vivir una vida más plena.
Critico, juzgo y me molesta en la medida en que me afecta personalmente.
Si no fuera que ponemos en impuestos no menos del 60% de nuestros ingresos y que la democracia no es un cheque en blanco, no habría mucho de qué quejarnos. Pero si el comentarista no sabe lo que significa la democracia y vive de un plan o sueldo del gobierno para rascarse el higo, está bien lo que piensa, la garrapata no se puede quejar del gusto de la sangre del perro.
ReplyDeleteque bueno lo de la garrapata!
ReplyDeleteYo tenía una versión del dicho que era "que de su culo haga un jardín... mientras no pretenda hacer un florero del mío".
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