Se puede ser más o menos colectivista, de derecha o de izquierda, dar mayor o menor trascendencia al rol del estado, siempre y cuando se deje de lado la chantada.
Y digo chantada porque no se me ocurre un término mejor. Antes hablaba de madurez, pero en países como Argentina la edad adulta no es garantía de nada. Hasta los señores de 50 y pico tienen comportamientos, problemáticas y expectativas adolescentes. Tal vez podríamos hablar de volverse serios, sin utilizar el término como sinónimo de hablar a los gritos o ser solemne.
¿Qué quiere decir salir de la chantada? Ni más ni menos que salir de la edad del pavo, de la histeria adolescente y empezar a actuar como adultos en sociedades en las que se espera que los adultos actúen como tales.
Se trata, entre otras cosas, de entender y hacer propias cuestiones tan elementales como las que identifica Larry Harrison, los “10 mandamientos del desarrollo”:
Orden
Limpieza
Puntualidad
Responsabilidad
Realización
Honestidad
Respeto por los derechos de los demás
Respeto por la ley
Ética del trabajo
Frugalidad
Hace 100 años, los ingresos por habitante de Canadá y Argentina eran comparables. Hasta la década del 50, los quebecos eran más pobres que los argentinos. Hoy, el ingreso por habitante de Québec es de unos 27.000 dólares por año; el de Canadá es de 32.000. En Argentina no hay estadísticas confiables, pero con toda la furia y viento a favor no debe superar los 5.000.
¿Qué pasó?
Los quebecos no son más inteligentes, sofisticados ni educados que los argentinos. Al igual que los argentinos, son latinos (por lo menos ellos se consideran como tales) y casi exclusivamente católicos (al menos nominalmente). A diferencia de Argentina, que en esto tiene una clara ventaja, cuestiones que hacen a la modernidad, como la separación entre iglesia y estado, recién se dieron en la década del 50.
¿Por qué los quebecos y los canadienses son ricos y los argentinos son pobres? Yo creo que en el fondo y muy simplificado, la respuesta tiene que ver con un grado mayor de adhesión a cuestiones como las que enumero más arriba. Se trata de una actitud diferente ante la vida.
El sábado volvíamos a casa por la autopista y nos pasó un Audi A4 azul a unos 150 kilómetros por hora, haciendo zigzag entre los carriles. El resto de los autos circulaba por su carril, superando el límite de velocidad solo dentro de los límites que tolera la policía. Aún en su locura, el conductor del Audi sabe que debe tener mucho cuidado porque a la vuelta de alguna curva lo espera una multa.
Si la proporción fuera al revés, si el 90% de los autos circulara como el Audi y el 10% lo hiciera según las normas de tránsito, Québec sería Argentina. Porque no hay policía en el mundo que pueda disuadir conductas cuando están mayoritariamente arraigadas en una sociedad.
Eso no es nada, ayer a la noche volví de un fin de semana en la costa Argentina, iba por el carril rápido a la velocidad máxima y me pasó un auto a 150km/h por la banquina izquierda...
ReplyDeleteNo es la raza, ni la inteligencia, ni la erudición. Tiene que ver con la cultura, esa cuestión colectiva que se respira desde que uno nace. Es la organización social. Está muy bien puesta en esos conceptos arriba enumerados.
ReplyDeleteEs la Dignidad, Ramiro.
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