Universidad de la Yeca

Hace unos días, una persona que respeto mucho que vive en Argentina me reprochó el hecho de poner demasiado énfasis en las cosas negativas del país. En parte tiene razón. Por su extraordinaria abundancia, en la Argentina kirchnerista es mucho más fácil ocuparse de lo negativo que de lo positivo.

Aclaro por si las moscas que no deseo de ninguna manera que le vaya mal al país. Al contrario, me encantaría pasarme todo el día destacando lo fantástico que va todo. Pero, para ser honesto, creo que si el país insiste con este rumbo, las cosas van a terminar irremediablemente muy mal.

De todos modos, cuando tenga un poco más de tiempo quiero volver con algunas propuestas concretas, cosas que creo que funcionarían en Argentina.

La primera es sobre las actuales universidades nacionales. Como ya dije alguna vez por acá, yo creo que deberían pasar al ámbito provincial, eliminar lo de "nacional" de sus nombres y pasar a depender de los gobiernos de las provincias donde funcionan actualmente.

(Ya que estamos en el tema de la educación, las escuelas primarias y secundarias deberían ser transferidas a los gobiernos locales – municipales - de los lugares donde funcionan.)

Sin funciones especificas, el ministerio de educación a nivel federal debería desaparecer o, en el mejor de los casos, convertirse en una humilde pero digna secretaría.

En lugar de una gran reforma universitaria a nivel nacional, políticamente imposible de concretar, cada provincia debería decidir cuál es el sistema universitario que mejor satisface sus necesidades o que mejor se adapta a su situación presupuestaria.

Los gobiernos locales que puedan seguir financiándolo, seguramente considerarán que no vale la pena meterse en el tremendo brete de reformar el sistema clientelista que combina la “gratuidad” con la ausencia de requisitos de ingreso y permanencia (un caso único en el mundo). Otros, más apremiados económicamente o preocupados de verdad por la calidad del sistema educativo, tal vez introduzcan algunas reformas para dar un mínimo de racionalidad al sistema.

Por otro lado, creo que valdría la pena volver a debatir, ya a nivel de cada provincia, la propuesta surgida durante los Odiados 90 de introducir reformas para convertir a los institutos terciarios en el equivalente de los “community colleges” en EEUU.

Caveat: esta propuesta implica necesariamente un grado de correspondencia fiscal considerablemente mayor al que existe en el marco de la actual “coparticipación de impuestos”.