Jun 7, 2009

Modos diferentes, misma Lengua



Otra de las cosas que me sorprendió al llegar a España, fue la naturalidad con la que gente que acababa de conocer me comentaba acerca del funcionamiento de sus intestinos. Como posiblemente alguien piense que estoy exagerando me limitaré a transcribir un diálogo típico. Para la mejor dramatización del diálogo, les recomiendo leerlo en voz alta pronunciando las letras C con el sonido de las Z (las Z también pronúncienlas como Z) Aclaración necesaria: me refiero a las C que están seguidas por una I o una E, sería ridículo pronunciar ZoZina o Zuenca en lugar de coZina y cuenca; también es necesario que las S las pronuncien como S y no como J aspiradas (los santafesinos deberán hacer un esfuerzo especial, pero vale la pena):

Diálogo (típico):

PACO: -Pepa, te quiero presentar a mi amigo argentino El Enmascarao.
YO: -Cómo está Ud., Pepa? Encantado.
PEPA: -Encantada de conocerte, disculpa que no te dé besos (las mujeres tienden a darme besos, es mi Karma), pero hace tres días que estoy constipada y estoy de lo más molesta.
YO: (Totalmente sorprendido, pienso: si por estar constipada no me da un beso, menos mal que no está con gastroenteritis porque me viola en el medio de la calle)
YO: -Perdón, discúlpenme, pero tengo que ir a pasear el gato. (Mutis por el foro).

(Aclaración que, espero, sea innecesaria: donde dice YO, se entiende que soy Yo, El Enmascarado). PACO Y PEPA son ficticios, pero hay muchísimos, entre otros, en España.)

La reiteración de presentaciones semejantes me hizo pensar que debía seguir el dicho de “adonde fueres haz lo que vieres”. Por lo tanto, incorporé la información acerca del estado de mi funcionamiento intestinal cuando me presentaban a un español/a. Pese a mis esfuerzos, noté que al escucharme los hombres se quedaban tiesos y las mujeres me miraban entre atónitas y asqueadas. Rápidamente, deduje que lo socialmente aceptable debía ser “estar constipado” y que cualquier otra alternativa era poco acertada, aunque fuera estrictamente verdadera.

Como bien saben los que han emigrado, la integración en el nuevo medio es difícil, por lo que preferí hacerme fama de ser un seco de vientre antes que ser rechazado. Así, cada vez que saludaba a alguien yo le decía que estaba constipado. Mi éxito fue total. Plenamente integrado, la gente no paraba de recomendarme remedios caseros, tisanas, vahos de vapor, nebulizaciones ¡y muchos hasta me daban un paquete de Kleenex! Dado que yo seguía vinculando la constipación con los intestinos, estos obsequios me ofendieron no poco ya que, aunque entendía que estaban destinados a que no me tomara por sorpresa e inerme el fin de mi constipación, parecía que pensaban que los sudacas no conocíamos el papel higiénico. Igualmente, no queriendo desairarlos me limitaba a agradecer secamente, como hacen los británicos, y me llenaba los bolsillos de Kleenex.

Al tiempo, un médico argentino, francamente preocupado por lo que juzgaba era un claro caso de estreñimiento crónico, se animó a preguntarme cuánto tiempo hacía que no iba de cuerpo (u otra grasada semejante). Como creo que entre compatriotas no hay que andar escondiendo la leche y menos si se trata de un médico, lo tranquilicé explicándole el motivo de mi supuesta constipación. ¡¡Casi se muere del ataque de risa!! Entonces me enteré que, en España, estar constipado significaba estar resfriado… También me ilustró acerca de que si alguien me decía que había estado en cama con calentura, no significaba que hubiera estado necesitado de una sesión de sexo sino que había estado acostado con fiebre.

Otras situaciones, para mí un tanto anómalas, se producían cuando me encontraba con algún español conocido (no me refiero a que fuese famoso sino a que ya me lo habían presentado antes) y éste me saludaba diciendo enfáticamente: -“¡Coño!¿Cómo estás tú?”- o -“¡Joder! ¿Qué pasa, hombre?“.

Afortunadamente, las palabras venían acompañas de una sonrisa y una apertura de brazos, preludio de un abrazo o de palmaditas en el hombro, que demostraban que se alegraban de verme. Traduzcan esas expresiones a la forma de hablar de los argentinos y convendrán conmigo en que nos suena bastante raro. Tal vez será que estoy más acostumbrado al tradicional saludo tipo: “¿Cómo andás, boludo?” o el tan cariñoso “¡Carajo! ¿Qué hacés, boludo? ¡Tanto tiempo sin verte!¿Dónde mierda te habías metido, boludo?”, saludos de los que solemos hacer gala los porteños bien educados.

Ahora bien, todas estas diferencias idiomáticas que tantos sobresaltos me produjeron al llegar, quedaron absolutamente minimizadas frente a lo que le pasó a una señora argentina conocida (¿Otra vez tengo que aclarar que no es famosa?). La señora en cuestión es usuaria de marido y porta un hijo único adolescente que es un muy buen jugador de hockey sobre césped, deporte éste no muy difundido en España, aunque existe un campeonato nacional. Al poco tiempo de llegar, el hijo empezó a jugar en uno de los principales equipos madrileños y sus padres solían ir a ver los partidos.

El caso es que, una tarde, la señora estaba esperando que comenzase el partido cuando un español, padre de otro compañero de equipo, la vio, se le acercó y le dijo (a 75 decibeles de volumen y a un metro de distancia): ¡¡¡QUÉ CHUPA PIJA!!! La pobre señora se quedó petrificada y sin poder creer lo que había escuchado. ¡En toda su vida, jamás le habían dicho semejante grosería! Esa parálisis temporal fue lo que salvó al español de que ella le borrase la cara de un sopapo (la señora tiene una envergadura considerable). Ínterin, el susodicho caballero le había agarrado la campera de carpincho que ella llevaba puesta y, acariciándola (a la campera, no a ella), agregó: -“¡Pero que chupa pija tienes! ¡Qué piel tan fina y suave! ¿Qué piel es?”-. Antes de que pudiera responderle, llegó al rescate su marido (el de ella, en ese momento todavía los gays no se podían casar acá) quien había visto y oído toda la situación anterior, pese a encontrarse a veinte metros de distancia.

Llegado que fue, el marido procedió a explicarle al nativo local que se trataba de una chaqueta de piel de carpincho, gran roedor y anfibio, animalito de Dios que habita la Mesopotamia, (la de Argentina, no Irak) etc., etc. A continuación, se llevó a su mujer aparte porque notó que ella seguía pensando dónde le iba a acomodar un bife al hispano hablante. Ya alejados, el marido le dijo que en España a las camperas se las llamaba cazadoras; que a lo que nosotros le decimos cuero ellos le dicen piel (no a la inversa), pero que algunos españoles a las camperas las llaman CHUPAS. También le explicó que decir que una cosa era pija, quería significar que era fina, elegante, canchera. Esta explicación, repetida por lo menos diez veces, bastó para calmar a la señora quien se lo tomó con humor y ahora se lo cuenta a cada argentino que conoce. ¡El problema es que queda como una bruta guaranga porque se lo cuenta a argentinos que conoce desde hace diez minutos! (Más o menos como quedé yo con Rubén Blogbis and family en Toledo ¡Qué animal que soy!).

Siendo justos con los nativos, no sólo en España los argentinos padecemos estos desencuentros idiomáticos, como bien demostraron comentarios anteriores de ilustrados lectores. En Venezuela también viví situaciones sorprendentes, pero esa es otra historia.

P.S.: como es evidente, la Srta. de la foto no tiene nada que ver con el post, pero no sé por qué me hizo acordar a una campera de piel elegante. Y, sin duda, califica para Opilady, ¿no?

10 comments:

  1. You did it again! MUY BUENO!

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  2. Muy bueno, Don Enmasca!

    Pensar cómo arruinan el idioma estos españoles.

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  3. jajajajajajajajajajajajaja... todavia me sigo riendo de la pobre mujer de la campera de carpincho!!! jajajajajajaja....

    muy bien escrito Enmascarado!!! muy bueno... gracias!

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  4. Enmascarado, desde que regresé a la Argentina me enteré por la publicidad, que a lo que antes se llamaba estar constipado o seco de vientre ahora se le llama "tener tánsito lento" que es una cursilería infernal.

    A propósito, un amigo hacía caer a los inocentes preguntándoles que quería decir en francés "cosé de trevien"

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  5. Para eso dios inventó el mate.

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  6. La chica de la foto tiene cara de campera cheta.

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  7. Qué anécdota tan bonita, y qué arte para contarla. Aplausos.

    (A ver si me cuentan adonde le ven la campera a esta...aaaaahhhhhh claaaaarooo...)

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  8. Gracias por los comentarios tan amables.

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