Jul 29, 2009

Inspirado en el tío Milton

¿Cuarta vía?

Este post tocó un tema muy interesante, que es el de la prestación privada pero subsidiada por el estado, de los servicios de lo que se suele denominar seguridad social.

Si bien por principio estamos en contra de que el estado pague por servicios que el mercado puede prestar mucho mejor y que la caridad puede hacerlos llegar a los más desafortunados, la realidad es que hoy una mayoría en todas las sociedades modernas asume que el estado tiene que garantizar la salud, la educación, un subsidio ante el desempleo, el sustento a edad avanzada y, hasta cierto punto, la vivienda.

Quizás algún día esto cambie, pero no es algo que se vea en el horizonte, sino todo lo contrario.

Yo he venido pensando una propuesta, basándome en otras que he leído y en experiencias, que someto al juicio de los co-bloggers.

En una república virtuosa, todos estos servicios serían prestados en forma privada y las asociaciones de beneficencia los harían llegar a una minoría de desafortunados.

Pero las repúblicas de hoy en día, por muchas razones que no viene al caso comentar, están muy lejos de esa virtud.

El estado podría ignorar estas demandas de prestación de servicios de seguridad social, pero no por mucho tiempo, no bien los viejos empezaren a mendigar por miles por las calles, no bien comenzaren a aparecer miles y miles de mendigos y apareciesen multitud de cadáveres esqueléticos en las calles cada mañana, la sociedad demandaría que el estado se hiciese cargo. De hecho, ocurriría mucho antes.

Hoy empleados y empleadores aportan a un sistema de reparto. Los “activos” pagan las pensiones de los retirados con la esperanza de que los futuros “activos” harán lo mismo cuando aquellos se retiren.

Este sistema es un desastre por varias razones, pero me quiero concentran en que se convierte en un impuesto al trabajo. Un empleado cuesta más caro porque hay que hacer aportes jubilatorios. Esto desalienta la contratación y además alienta al mercado negro.

El ideal es un sistema de capitalización como el de las AFJP, pero ni siquiera los EE.UU. lo han podido implementar. Los Demócratas y muchos Republicanos frustraron un tibio intento de Bush en 2005.

Yo propongo que las pensiones jubilatorias salgan de rentas generales y que desaparezcan los aportes de empleados y empleadores. Hoy por hoy en Argentina, la mitad de los empleados está en negro y el problema es la desocupación. ¿Por qué utilizar un sistema que alienta el desempleo y la ilegalidad? De todas formas, el estado de una forma o de otra termina pagando las pensiones de los pobres y de los que no hicieron aportes.

Las personas podrían además contratar seguros de retiro, pero todo argentino tendría un haber mínimo asegurado a, digamos, los 65 años. Para evitar fraudes, se podría hacer que los argentinos naturalizados tuviesen este “derecho” sólo si se naturalizaran antes de, digamos, los 45 años.

En cuanto a la salud, la misma debería ser prestada por completo por el sector privado y el estado pagaría subsidios a aquellos que no pudiesen contratar un servicio privado. Se podría considerar pobre a quien no tuviese auto, casa propia ni televisor. El que tenga alguna de esas cosas, paga su seguro. Lo mismo podría correr para la educación, y también en ambos casos se podría utilizar el hermoso sistema de bonos del tío Milton.

El tío Milton propuso el “negative income tax”, un sistema por el cual aquellos con un ingreso por debajo de cierto nivel, en lugar de pagar impuestos, reciben subsidios, financiados con los impuestos que pagan los que están por encima del nivel citado. Los que tuviesen ingresos en el nivel establecido, ni pagarían ni cobrarían.

Este sistema es precioso porque hace desaparecer por completo el sistema de seguridad social del estado que es una de los grandes azotes de las repúblicas, pero tiene un problema. En sociedades como la nuestra en las que los ingresos de la mayoría son desconocidos y muy difíciles de averiguar, es necesario buscar otra solución. Quizás las que propongo podrían serlo.

Soñar no cuesta nada.

10 comments:

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  2. Acá proponen algo similar, es interesante. Los hijos de esos viejos deberían ser muy desgraciados para dejar morir de hambre a sus padres. Y si el tipo no supo ahorrar para su jubilación quizás tampoco sepa gastar lo que le da el Estado en el supermercado, así que le ponemos un policía supervisando lo que compra. Pero si va a haber un sistema universal, me parece bien no financiarlo directamente con el aporte del trabajador activo en blanco directo, sino con las rentas generales. El sistema de capitalización individual me gustaría (ya que estamos soñando) una cuenta comitente en un broker de la bolsa con posibilidad de hacer un grupo de operaciones predefinido, para no timbear todo el día con esa plata en la bolsa. Los menos sofisticados podrían poner su dinero en un fondo común de inversiones tipo AFJP. Y la posibilidad de sacar un crédito hipotecario sobre los ahorros propios.

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  3. El sistema de capitalización que mencionás es más o menos el que quiso introducir Bush en 2005.

    Por lo menos, lo que yo querría es que desapareciera el costo imputable a un empleado por seguridad social.

    Eso haría desaparecer el empleo en negro y elevaría el nivel de empleo. El estado no tendría ningún costo, sólo cobrar impuestos por otro lado.

    En el sistema de los bancos centrales y los salarios mínimos, siempre va a haber desempleo, entonces hay que buscar formas de reducirlo.

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  4. El punto es, el estado termina sustentando a los viejos que no aportaron tanto como a los que aportaron.

    Entonces, ¿para qué recaudar aportes previsionales que para lo único que sirven es para reducir el nivel de empleo?

    Por supuesto, andá a decirles a los políticos que a partir de ahora no van a recaudar toda esa plata de aportes previosionales.

    Yo elevaría el IVA, impuesto al consumo, para no desalentar el ahorro, y le daría la ficticia parte del empleado del aporte en la mano al empleado. De esa forma, tendríamos a millones contentos con un aumento de sueldo y la reforma sería más fácil de hacer.

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  5. Habría que eliminar la indemnización también para reducir el desempleo, y sustituirla por un seguro de desempleo de última.

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  6. Ni hablar, la indemnización es un horror y es injusta. ¿Por qué alguien que hace seis años que está en un empleo merece cobrar más indemnización por despido que alguien que está desde hace dos años?

    Cavallo propuso que una parte del sueldo fuese a una cuenta de ahorro por despido para eliminar el sistema de indemnizaciones pero, como todas las buenas reformas, ésta no prosperó.

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  7. Salvo algunas cuestiones, Milton fué un tipo ejemplar.
    Igualmente me inclino por el flat tax.

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  8. Como tengo algunos años más, puedo hacer memoria y recordar que la introducción del IVA, que si mal no recuerdo es del tiempo de Martinez de Hoz, entre sus justificaciones tenía la de terminar con la contibución patronal a la seguridad social. Es decir el IVA en parte iba a sustituir el impuesto al trabajo de la patronal destinado a la jubilación. Y así fue por un tiempo hasta que "necesidades y urgencias" de un fisco insaciable repusieron la contribución patronal. Tal vez un aporte de rentas generales que garantizase un piso cuasi uniforme (aquí los socialistoides de todo pelaje se olvidan de la igualdad y reclaman % del ingreso en actividad) para todos y despues un adicional por capitalización que dependa de lo efectivamente ahorrado, que debería ser de libre contratación.

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  9. Excelente idea. Ahora, andá a convencer a un político que se hagan un gol en contra.

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  10. El problema es siempre el mismo. El impuesto al cheque de Cavallo era una buena idea para recaudar algo del sector negro de la economía pero el prócer Lavagna de inmediato quitó la posibilidad de descontarlo del pago de otros impuestos.

    Como siempre, el problema es la "inflexibilidad a la baja" del gasto público.

    Es muy interesante lo de California ahora, con algunas truchadas han hecho una baja machaza del gasto público, en lugar de nuestro supuestamente inevitable default.

    Me encanta lo de los 2/3 de la cámara para aprobar el presupuesto.

    Pero en Argentina eso termina en lo que terminó, la truchada de los superpoderes.

    Aquellos que proponen nuevas reglas para solucionar problemas tienen que tener en cuenta que las reglas son violadas, no son mágicas, mientras exista la voluntad de seguir gastando a lo loco y no pagar ningún costo político ante un pueblo que cree que el estado tiene la cornucopia.

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