Mario Vargas Llosa se ocupa de los Kirchner por el aumento de su patrimonio.
Ser más rico sólo es reprochable si se logra de forma espuria, si surge de actividades ilegales o es producto de la corrupción. Si, por el contrario, es producto de la innovación, el riesgo empresario, la satisfacción de necesidades de los consumidores, merece todo nuestro respeto y admiración.
¿Está mal que aumente la fortuna personal de los funcionarios que ocupan cargos electivos? No necesariamente. Ser electo requiere de recursos considerables. Los candidatos, especialmente a cargos ejecutivos, suelen tener un muy buen pasar. Los Kirchner tenían una fortuna considerable antes de llegar a la presidencia. Sus inversiones pueden perfectamente seguir generando renta durante el tiempo en el que se desempeñan como presidente, aún si no se ocupan de ella.
El problema con el aumento del patrimonio del matrimonio que ocupa la presidencia es que surge de favores políticos. Por ejemplo, de no haber sido por sus conexiones políticas, nunca hubieran conseguido comprar terrenos fiscales valiosísimos a precios viles.
Dice Vargas Llosa:
¡Aprendan, capitalistas de pacotilla, mediocres y ramplones, tipo Madoff, que como éste merecerían pasar el resto de sus años en la cárcel por ineptos! Eso es ser unos capitalistas de verdad, audaces, ingeniosos, creativos, que, cuando todos a su alrededor perdían lo que tenían y lo que no tenían, fueron capaces de disparar a las nubes sus ingresos demostrando de este modo que el sistema tiene recursos y vericuetos para sortear las peores calamidades y aún medrar con ellas.
El autor es irónico, pero creo que aún así contribuye a la confusión generalizada que existe sobre el tema cuando habla de “capitalistas” o “capitalismo” de esa manera.
Para empezar, el que inventó o popularizó el término fue Marx (Karl, no Groucho). Yo prefiero hablar de economía de mercado.
Lo de los Kirchner está en las antípodas de la economía de mercado. Se trata del más rancio corporativismo, un clásico en la región, la única manera de “hacer fortuna” en países como Argentina, en el que los allegados al poder se enriquecen a expensas del estado (es decir, del resto de la sociedad).
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