Sep 10, 2009

El fracaso dignifica

Muy buena la columna de Alejandro Rozitchner en La Nación de ayer, no la había visto. Creo que da en el clavo con su descripción del kirchnerismo, que también explica la actitud ante la vida de millones de argentinos:

Ya no me interesa la política. Desde la semana pasada. Me pudrí. El gobierno nacional produce una sensación de inutilidad y desánimo profundo. Invade todo, en la vida pública. Hace de cualquier tema una puja de poder enceguecida e inútil. La vida pública está trastornada. La privada no, si uno está más o menos curado y logró armarse una intimidad feliz, tiene una zona personal de satisfacción. Los K, enojados, tozudos de campeonato, equivocadísimos, tercos, personas emperradas que oscilan entre luchar por una idea que no es nada más que una pasión simbólica y querer el poder por el poder mismo, para nada. Lo quieren para nada. Para aniquilar las posibilidades de otros y para generar nada ellos mismos. Kirchnerismo nadista y aniquilador. Terroristas que destruyen el deseo de trabajo y mejoramiento.

¿Es de ellos la culpa? Sí y no. Sí, enteramente sí, en principio y en cuando a los hechos concretos, y no porque somos un país que produce kirchners. Somos una comunidad que cada tanto produce monstruos. Que los putea, sí, pero los mantiene vivos, los reproduce, que de alguna manera los alienta. Hacemos kirchners, máquinas de extenuar sociedades. La producción estimada de kirchners para el 2009 está excediendo todo lo previsto. Duran, los kirchners, aunque se presiente que terminan mal. Son resistentes, pero de repente quedan fuera de uso, se gastan y terminan marginados. Serían buenos boxeadores, rompiéndole las pelotas al rival hasta último momento. Pero la última piña les llega a ellos con una intensidad mortífera.


(las negritas son mías)

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