Más del tema, de El País de España.
Insisto, ni los milicos:
Lo que empezó allí como una batalla contra el grupo Clarín por los derechos del fútbol, y que se presentó después como una medida estratégica para evitar la concentración excesiva de poder en algunos medios, ha terminado por convertirse en una propuesta fuertemente estatalista, que atomiza el sector privado y le obliga a depender de la arbitraria renovación de las licencias, válidas durante 10 años. Pasado el plazo, y como ya ocurrió en Venezuela, es fácil recurrir a la fórmula legal para cancelar los permisos de los medios díscolos.
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