El segundo sector del parque es en donde se encuentran los leones, básicamente, un macho con varias hembras y cachorros. Tiene un camino sinuoso y se pueden ver los típicos árboles africanos mopanis, acacias y también jacarandaes y lapachos que los ingleses llevaron a África y ya son parte del paisaje.
También hay kopjes. Son formaciones rocosas compuestas por enormes piedras de granito superpuestas, como si los dioses hubieran estado jugando a los cubitos y hubieran dejado todo tirado, y se encuentran por todo el Sur de África. Algunos son enormes y las leonas suelen utilizarlo como puesto de observación o para dormir la siesta. (Greenpeace señala que es recomendable no subir a un kopje sin verificar previamente que no contenga leones porque puede afectar al animal e interrumpir su siesta)
A este sector del parque sólo se puede ir en auto. En la entrada había unos grandes carteles, en inglés, francés y alemán, que advierten que NO se debe dar de comer a los animales, que NO se debe bajar del vehículo y que hay que mantener levantadas las ventanillas. Inevitablemente, en algún momento del trayecto se pasa cerca del león con sus hembras y cachorros. Es frecuente que alguna leona se acerque hasta el coche para ver si algún turista no obedece las indicaciones de la entrada. La multa es sencilla, te come.
Sé que esto les parecerá increíble a los lectores argentinos, pero hay gente que no obedece las indicaciones.
En 1992, dos familias de turistas japoneses que viajaban en sendas camionetas y quienes, a juzgar por los hechos, no leían inglés ni francés ni alemán, al llegar a la zona en la que suele estar el león con sus leonas pararon los coches para sacar fotografías. Hasta ahí, todo normal y lógico.
Como los bichos estaban a unos 50 metros de distancia, los dos varones japoneses se bajaron para mejorar el ángulo de las fotos porque el pasto estaba alto (exacto, tampoco podían ver una eventual víbora) y desde el coche no veían bien. Estos tipos ignoraban que los leones pueden dar saltos de seis metros de largo por lo que recorren 50 metros en pocos segundos. Peor aún, ignoraban que había una leona del otro lado del camino oculta entre los altos pastos (no señora, las leonas no le tienen miedo a las víboras) y que los miraba mientras decidía si variaba la dieta del león con platos orientales.
Omitiendo los detalles más macabros, les diré que la leona atacó. Se tiró encima del japonés más próximo con tanta buena suerte que lo agarró del cuello (y eso es difícil porque tienen cuello corto los japoneses), lo mató rápidamente y se lo llevó hacia el león y compañía que procedieron a morfárselo. El otro japonés, se zambulló dentro del coche ¡¡¡Y FOTOGRAFIÓ LA ESCENA!!! mientras los demás, horrorizados, gritaban como locos.
Otro caso, en 1993, en el Kruger Park de Sudáfrica un león se había acercado a un auto con turistas alemanes y estaba olfateando la rueda delantera izquierda. Una alemana, convencida de que el león sólo es un gato grande, no pudo resistir tocarle la melena con la mano. El león le pegó un zarpazo que le arrancó el brazo desde el hombro y la imprudente mujer murió desangrada camino al hospital. De estas historias de estupidez humana hay cientos para contar. Nunca olviden que, en la sabana africana, un error te cuesta la vida y no es broma.
Estando en autos, es decir sabiendo lo anterior, nos mantuvimos en la camioneta sin bajar las ventanillas, mientras mi hijo desde la parte trasera no perdía de vista los pastos situados atrás de nosotros (aclaro que era una Toyota Land Cruiser, no una pick up, no soy tan irresponsable). Esta vez las leonas vinieron de frente y del costado. A las que venían de frente las vimos, a la que no vimos fue a la guacha que vino desde el costado y que nos hizo saber de su presencia mediante un golpe de su cola contra la chapa del auto.
¡¡¡Sonó como un bombazo!!! Casi atravieso el techo del julepe, mi mujer y mi cuñada gritaron, mi amigo se abrazó a mi cuñada (lento mi amigo ¿no?), su hija se tiró al piso y mi hijo pegó un brinco, se dio vuelta en el aire (era chiquito, pero muy ágil) y se quedó helado viendo como la leona lo miraba a través del vidrio. Han pasado 17 años y todavía se acuerda de esa mirada felina. Por algo siguió los pasos de Livingston, y no los de Livingstone, y estudió arquitectura…
Ante el peligro que amenazaba a mi familia, mi reacción fue inmediata y me salió de adentro hacer tronar el escarmiento. Encaré a las leonas y, con el gesto desfigurado de rabia, les dije hienas (en Rey León había visto que esto les jode mucho), menté a sus madres, les hice gestos obscenos y les saqué todas las fotos que me dió la gana.
¡¡¡Sí, a lo macho!!! ¡¡¡De prepo!!! Hice todo eso con los vidrios levantados y desde atrás del volante, teniendo a mi mujer entre las leonas y yo. Ella me miró y me dijo: “Indy” y empezó a tararear “Tantatantaaan, Tantatan, Tantatantaaan, Tantatan Tan Tan… A partir de ese momento me llamaron Indy.
Para recuperar el equilibrio afectado por tantas emociones (me jode mucho escuchar las carcajadas de mi mujer, su hermana y ver la sonrisita de mi supuesto amigo), decidí seguir a la siguiente etapa y visitar el Snake’s Garden, pero esa es otra historia.
También hay kopjes. Son formaciones rocosas compuestas por enormes piedras de granito superpuestas, como si los dioses hubieran estado jugando a los cubitos y hubieran dejado todo tirado, y se encuentran por todo el Sur de África. Algunos son enormes y las leonas suelen utilizarlo como puesto de observación o para dormir la siesta. (Greenpeace señala que es recomendable no subir a un kopje sin verificar previamente que no contenga leones porque puede afectar al animal e interrumpir su siesta)
A este sector del parque sólo se puede ir en auto. En la entrada había unos grandes carteles, en inglés, francés y alemán, que advierten que NO se debe dar de comer a los animales, que NO se debe bajar del vehículo y que hay que mantener levantadas las ventanillas. Inevitablemente, en algún momento del trayecto se pasa cerca del león con sus hembras y cachorros. Es frecuente que alguna leona se acerque hasta el coche para ver si algún turista no obedece las indicaciones de la entrada. La multa es sencilla, te come.
Sé que esto les parecerá increíble a los lectores argentinos, pero hay gente que no obedece las indicaciones.
En 1992, dos familias de turistas japoneses que viajaban en sendas camionetas y quienes, a juzgar por los hechos, no leían inglés ni francés ni alemán, al llegar a la zona en la que suele estar el león con sus leonas pararon los coches para sacar fotografías. Hasta ahí, todo normal y lógico.
Como los bichos estaban a unos 50 metros de distancia, los dos varones japoneses se bajaron para mejorar el ángulo de las fotos porque el pasto estaba alto (exacto, tampoco podían ver una eventual víbora) y desde el coche no veían bien. Estos tipos ignoraban que los leones pueden dar saltos de seis metros de largo por lo que recorren 50 metros en pocos segundos. Peor aún, ignoraban que había una leona del otro lado del camino oculta entre los altos pastos (no señora, las leonas no le tienen miedo a las víboras) y que los miraba mientras decidía si variaba la dieta del león con platos orientales.
Omitiendo los detalles más macabros, les diré que la leona atacó. Se tiró encima del japonés más próximo con tanta buena suerte que lo agarró del cuello (y eso es difícil porque tienen cuello corto los japoneses), lo mató rápidamente y se lo llevó hacia el león y compañía que procedieron a morfárselo. El otro japonés, se zambulló dentro del coche ¡¡¡Y FOTOGRAFIÓ LA ESCENA!!! mientras los demás, horrorizados, gritaban como locos.
Otro caso, en 1993, en el Kruger Park de Sudáfrica un león se había acercado a un auto con turistas alemanes y estaba olfateando la rueda delantera izquierda. Una alemana, convencida de que el león sólo es un gato grande, no pudo resistir tocarle la melena con la mano. El león le pegó un zarpazo que le arrancó el brazo desde el hombro y la imprudente mujer murió desangrada camino al hospital. De estas historias de estupidez humana hay cientos para contar. Nunca olviden que, en la sabana africana, un error te cuesta la vida y no es broma.
Estando en autos, es decir sabiendo lo anterior, nos mantuvimos en la camioneta sin bajar las ventanillas, mientras mi hijo desde la parte trasera no perdía de vista los pastos situados atrás de nosotros (aclaro que era una Toyota Land Cruiser, no una pick up, no soy tan irresponsable). Esta vez las leonas vinieron de frente y del costado. A las que venían de frente las vimos, a la que no vimos fue a la guacha que vino desde el costado y que nos hizo saber de su presencia mediante un golpe de su cola contra la chapa del auto.
¡¡¡Sonó como un bombazo!!! Casi atravieso el techo del julepe, mi mujer y mi cuñada gritaron, mi amigo se abrazó a mi cuñada (lento mi amigo ¿no?), su hija se tiró al piso y mi hijo pegó un brinco, se dio vuelta en el aire (era chiquito, pero muy ágil) y se quedó helado viendo como la leona lo miraba a través del vidrio. Han pasado 17 años y todavía se acuerda de esa mirada felina. Por algo siguió los pasos de Livingston, y no los de Livingstone, y estudió arquitectura…
Ante el peligro que amenazaba a mi familia, mi reacción fue inmediata y me salió de adentro hacer tronar el escarmiento. Encaré a las leonas y, con el gesto desfigurado de rabia, les dije hienas (en Rey León había visto que esto les jode mucho), menté a sus madres, les hice gestos obscenos y les saqué todas las fotos que me dió la gana.
¡¡¡Sí, a lo macho!!! ¡¡¡De prepo!!! Hice todo eso con los vidrios levantados y desde atrás del volante, teniendo a mi mujer entre las leonas y yo. Ella me miró y me dijo: “Indy” y empezó a tararear “Tantatantaaan, Tantatan, Tantatantaaan, Tantatan Tan Tan… A partir de ese momento me llamaron Indy.
Para recuperar el equilibrio afectado por tantas emociones (me jode mucho escuchar las carcajadas de mi mujer, su hermana y ver la sonrisita de mi supuesto amigo), decidí seguir a la siguiente etapa y visitar el Snake’s Garden, pero esa es otra historia.
Muy bueno, Don Enmasca.
ReplyDeletejajajajajaja...
ReplyDeleteque bien me la paso leyendo tus historias... (cuando yo voy con la maquina de fotos sacando fotos a lo pavo, mi marido me dice que sufro del sindrome japones... cuando los vi en Disneyland me di cuenta de que mi media naranja tenia razon: sacan fotos de cuanto se les pone delante... pobre el pibe de tu historia!)
GRACIAS Enmascarado!!!
Muy lindo cuento. Y si, la gente no tiene ni idea. La relaciòn peso potencia de un felino es montruosa comparada con cualquier otro bicho. Por algo un gato casero enojado te puede aterrorizar. Un leon macho adulto de un mordisco te puede arrancar la mitad del torax, un pulmon completito.
ReplyDeleteHay un libro fantastico que se llama "muerte en los pastizales", de Peter Capstick, el tipo hizo de guia de caza y control de fauna por varios años y tiene unos cuentitos espeluznantes. Ahora, debe haber pocas cosas màs exitantes que como era hace 100 años, andabas por ahi con un buen 375 H&H y todos los pelos de la nuca parados.
Acá hay un solo bicho así de malo (o bastante màs malo), el jaguareté, que es basicamente un leopardo.
¿Y el puma, Max?
ReplyDeleteA un puma le pegas un grito y sale cagando. Temperamentalmente es muy distinto. Un jaguarete le pasas cerca sin darte cuenta y tenes altas probabilidades de quedar hecho jirones. En general la gente les tiene terror.
ReplyDeletePor algo el nombre, en guaranì yagua=perro, reté=malo, la caracterìstica principal del bicho es su ferocidad.
ReplyDeleteMuy bueno ! Me encantó esto :
ReplyDeleteGreenpeace señala que es recomendable no subir a un kopje sin verificar previamente que no contenga leones porque puede afectar al animal e interrumpir su siesta
Eso es lo que le preocupa a Greenpeace, interrumpirle la siesta al león. Que a vos te arranquen la cabeza de un mordisco no es importante.
¡Qué placer, volver a leer tus historias, Enmascarado!
ReplyDelete¿ Te acordás del cuento que hacía nuestro amigo Gustavo, cuando durante su permanencia en el ex Zaire, creció el río Congo e inundó los jardines del barrio de las embajadas? Al retroceder el agua, el embajador de Alemania fue corriendo, se tiró a la pileta y fue devorado por un cocodrilo que había quedado atrapado y hambriento.
Un español que asistió al funeral me contó que cuando soldados alemanes llevaban el féretro, con un terrible sentido del humor negro, un gendarme argentino dijo: "que no finjan que están haciendo fuerza porque en el cajón sólo hay medio tipo"
¡¡Cómo olvidarme de semejante anécdota, Carlitos!!! El problema es que si uno cuenta con detalle algunas anécdotas mucha gente piensa que te la inventaste o que es un cuento.
ReplyDeleteAcordate la del tipo que le alquilaron baratísimo una casa de la gran siete en la India y cuyo enorme jardín daba al río.
Firmó el contrato encantado y entonces el de la inmobiliaria le dijo si quería que él le buscase personal doméstico.
El tipo dijo que sí y enonces el indio le señaló que iba a necesitar un mayordomo, una cocinera, dos mucamos, un jardinero y dos ayudantes para retirar los cadáveres del jardín.
En esa época, los indios tiraban al río los cadáveres sobre una tabla y le ataban un lamparita de aceite al difunto para que encontrase el camino hacia el mar.
El problema es que los gaviales se morfaban parte de los tipos y, además, el río pegaba una curva frente a la casa y la corriente depositaba los restos humanos sobre el jardín. Para volver a tirarlos al agua se necesitaban dos intocables (parias)porque ningun otro aceptaría hacer esa tarea.
Obviamente, el tipo quiso rescindir inmediatamente el contrato, el indio le dijo que sí pero que perdía el mes de alquiler y los dos meses de depósito.
El tipo, como hubiera hecho cualquiera, aceptó puteando rescindir el contrato.
Tiempo después se enteró que el negocio era enganchar a un salame extranjero que alquilase la casa y luego explicarle lo de los cadáveres. Llevaban años haciendo eso y todo era perfectamente legal y que los sahibs se fueran a tomar por saco.
¡Qué tiempos, Enmascarado, hemos oído anécdotas increíbles y, como vos decís, uno duda antas de contarlas poque son muy difíciles de creer!
ReplyDeleteEn primer lugar, gracias Louis por tu doble comentario en I y II.
ReplyDeleteGracias a todos por sus comentarios y me alegra mucho que se hayan divertido.
Dolores: muy amable as usual, me encanta que te hayas reído tanto como insinúa tu primera línea del comentario.
Lo de los ponjas es realmente una peligrosa compulsión fotográfica que ha provocado todo tipo de accidentes, aunque no tan graves, en todo el mundo. Recuerdo uno en Brasil en que un japonés fue operado del ojo porque el auto en el que iba frenó de golpe y el tipo se rompió la jeta contra la filmadora y le tuvieron que sacar fragmentos de la máquina
¿Le gustó a tu marido el post?
Max: conocí un blanco en Harare que era uno de los 8 white hunters autorizados para conducir safaris de caza, tenía increíbles anécdotas. Me voy a comprar el libro que recomendaste.
Lo jodido del leopardo es que está acostumbrado a cazar baboons y, por tanto, ataca al hombre. Algún día voy a hacer un post sobre los cinco animales principales del Big Game, sus peligros y cómo se defienden.
Mike@: me alegra que te haya parecido muy bueno ya que me importa tu opinión.
En honor a la verdad, y como habrás supuesto, la frase de Greenpeace la inventé yo, pero esta en línea con las pavadas que suelen decir en casos parecidos.
Enmascarado,
ReplyDeletelei tus historias en voz alta mientras mi marido trabajaba en el sillon y se mataba de risa con los cuentos... ahora esta entreteniendo al benja armando tanques con legos, pero cuando baje, le voy a leer los cuentos que contaron vos y Carlos.. son de no creer.. el de la India me dio un asquito terrible.. puaj!
Dolores, me alegra saber que tu marido se divirtió.
ReplyDeleteTe aclaro que las anécdotas que contó Carlos y la mía son rigurosamente verídicas y hasta sabemos los nombres de los protagonistas.
Carlitos, algún día tenemos que contar la de la dacha en Moscú que contaba Gustavo, pero usando nombres falsos para no comernos un juicio.
ReplyDeleteEnmascarado, si te divierten los cuentos compra el libro, es muy interesante. el tipo justamente dedica un capitulo a cada uno de los grandes y despues a varias alimañas peligrosas diversas. Ahora, los cuentos de los leopardos son de los mejores, segùn èl era lo que más cagazo le daba, que un cliente hiriera a un leopardo porque el cazador tenia obligacion de seguirlo y matarlo, y a esa altura el leopardo estaba esperandolo en algun matorral con toda la adrenalina encima y màs malo que la peste.
ReplyDeleteMi recuerdo es que el libro es muy bueno, aunque es medio crudo, trata diversos accidentes y cacerias malogradas con bastante info.
¡Muy bueno!
ReplyDeleteLas leonas sí le tienen miedo a las víboras, pero la carne de japonés tienta.
El león sí es un gato grande, lo que pasa es que los gatos le arrancan las patas a las ratas o las alas a los pajaritos. Los leones, los brazos a los incautos.
De los kopjes leí pero nunca había visto una foto.
Las anécdotas de ambos comentarios, excelentes.
Don Enmasca y Carlos, cuenten más!
ReplyDeleteGracias, Blogo por tu comentario.
ReplyDeleteEs verdad que las leonas se cuidan de joder a las víboras, pero fue una licencia literaria lo mío.
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LO QUE SIGUE NO ES PARA ESTÓMAGOS SENSIBLES:
Max: lo que hace tan peligroso al leopardo es que, como está acostumbrado a cazar baboons, cuando ataca a un humano lo hace así:
Salta y te tira al piso, con las garras delanteras te arranca el cuero cabelludo y los ojos, al mismo tiempo que con las patas traseras te desgarra el vientre para destriparte.
Como si fuera poco trata de morderte en la garganta o en la cara.
Como el baboon tiene colmillos más grandes que el leopardo (aunque parezca mentira), el baboon tiene más medios para defenderse que un humano desarmado.
Louis, todo llega, todo llega menos viper.
Si te animás, contá el de la dacha, Enmascarado, escribir y manejar el mouse con la izquierda me resulta bastante complicado. Para no comernos el juicio, decí que era una quinta en Don Torcuato.
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