Ya comenté varias veces por acá las restricciones absurdas de las escuelas de esta zona a lo que los chicos pueden llevar para comer. Para peor, en muchos casos las prohibiciones son para evitar que los chicos ensucien con migas de galletitas o chorreen yogur en el piso. Ni siquiera disimulan con el verso de la comida “natural y sana”.
Me llamó la atención ver hoy en el diario local una carta al director de una madre sobre el tema. Esta mañana la entrevistaron por la radio.
Cómo será el hartazgo para que se decidan a no respetar la sacrosanta regla del “no hagan olas”.
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