Nov 16, 2009

La monarquía ilusionista


El fin de semana vi un muy interesante debate en un noticiero sobre si Canadá debería dejar de ser una monarquía parlamentaria y convertirse en una república, como EEUU, en la que la jefatura de gobierno y del estado recayera en la misma persona.

El detonante fue la intrascendencia de la visita de 11 días del Príncipe Carlos. Aparentemente no se enteró nadie, más allá de las autoridades que lo recibieron.

Según decían en el programa, las encuestas reflejan que la actitud de los canadienses hacia la monarquía va desde levemente negativa a indiferente, un poco peor en Québec que en la parte inglesa.

Algunos lo atribuían a la imagen muy poco positiva de Carlos y al hecho de que la reina no reside en Canadá. Un periodista sostenía que tal vez la cosa sería diferente con un monarca canadiense, que viva en el país y hable inglés y francés con acento canadiense.

De todos modos, el consenso era que más allá de lo puramente simbólico, el Gobernador General, el representante de la Reina, tiene un rol institucional muy importante en caso de crisis política y necesidad de disolver el parlamento y llamar a elecciones, y que era muy difícil dejar de lado más de 400 años de tradición monárquica. Exigiría un monumental proceso de reforma institucional y legal, en todos los niveles de gobierno.

¿Mi postura?

If it ain’t broken, don’t fix it.

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