Uno de los mejores ejemplos de la “máquina de impedir” nacional y popular.
Pensar la cantidad de gente que se oponía al proyecto. Las barbaridades que se decían eran increíbles. Preferían una serie de edificios abandonados llenos de basura y ratas, refugio de cirujas y delincuentes, a uno de los proyectos inmobiliarios más importantes de la región.
Otro ejemplo fue el Zoo de Buenos Aires, que los "vecinos sensibles de Palermo" abrazaban para evitar la concesion.
ReplyDeleteY ahora es un zoologico de gran nivel con prestigio a nivel internacional.
Si y la ampliación de la Panaméricana y la General Paz. Enorme inversión privada que además solucionó por un montón de años el acceso a Bs. As. Los tarambanas de siempre abrazándose a los árboles. Y todo en los malditos 90.
ReplyDeleteNi que hablar de los que se abrazaban a los árboles de la Panamericana. Si nos ponemos a rememorar... creo que la lista va a ser bien larga.
ReplyDeleteEs la paradoja de los progresistas, están en contra del progreso.
ReplyDeleteAlgo muy parecido pasó con el reciclado del Paseo del Pilar. Es el amor por el fracaso.
ReplyDeleteEl caso del Paseo del Pilar (de Recoleta) y de varios emprendimientos en Puerto Madero los conozco de primera mano.
ReplyDeleteEn mi experiencia de esos y de los demás casos que me ha tocado intervenir, la reacción es siempre la misma: los vecinos de la ciudad son extremadamente conservadores en materia urbanística.
Pablo
¿Los vecinos de la ciudad son extremadamente conservadores en materia urbanística o antimodernidad de alma?
ReplyDeleteConozco gente que le parece lo más normal del mundo convivir con cirujas, basurales, casuchas de villa miseria y carteles de kioscos en el medio de la vereda y saltan como leche hervida si alguien decide invertir para que la fachada de casa no se siga cayendo a pedazos.
Exacto, la ciudad es una mugre, con marginales deambulando, muchos de ellos con malas intenciones. Algunas partes de la ciudad son siniestras.
ReplyDelete¿Saben qué les molesta?
¡El lucro ajeno! No importa que el resultado sea la Panamericana de hoy, Puerto Madero o el Paseo del Pilar, si alguien gana plata, y no son ellos, entonces es algo inaceptable.
Lo aceptan si lo hace el estado, que lo hace en nombre del "pueblo" y sin fines de lucro.
Argentina es el país de los resentidos, de los perros del hortelano.
Hay quienes se muestran indignados del desalojo de villeros, o de la reparación de desmoronamientos históricos, o si la obra es financiada por capitales privados, pero en mi experiencia profesional siempre fueron una minoría entre los vecinos.
ReplyDeleteA la abrumadora mayoría le produce pánico las obras nuevas. Los argumentos son de lo más variados: la pérdida del carácter original del barrio, o la pérdida del aire y del sol, o el colapso de la infraestructura de servicios, o el colapso del tránsito, o el ruido de la demolición y de la obra, o la invasión de los nuevos vecinos (sea un edificio residencial, una escuela, una oficina, un shopping, un hospital), o vaya a saber qué harán en ese baldío, o las combinaciones de los anteriores argumentos tomados de a dos, de a tres, etc.
Pablo
Lo de la aprehensión a la construcción de torres es razonable, más en una ciudad como Buenos Aires en la que no se mejora la infraestructura y los autos estacionan en cualquier lado. Es triste ver las calles perpendiculares a Cabildo en Belgrano, que son pequeñas y tienen transito fluído de colectivos, con autos estacionados las 24 hs a ambas aceras, cuando eso está prohibido.
ReplyDeleteYo creo que acá hablamos más de obras como Puerto Madero y la remodelación de la Panamericana.
Blogovido,
ReplyDeleteLa aprensión del vecino es a cualquier obra, sea una torre, una escuela, un hospital, una autopista. Y, como les comenté, su motivación de fondo en estas cuestiones no es el resentimiento al éxito de sus emprendedores ni si el proyecto es de capitales privados. Es querer que su barrio siga tal como lo conoce.
Pablo