Asistencialismo

De la sección “comentarios que ameritan un post”, uno de Francisco:

Hay miles de argentos que año tras año abrazan alguna causa solidaria como la que intenta hacer Patricia Sosa. No voy a discernir si lo hacen por profundas convicciones morales, religiosas, una relativa vanidad de clase o presunto sentimiento de culpa o de vergüenza frente a la realidad que los conmueve; francamente no sé si está bien o mal hacerlo, alguna vez lo hice y el panorama fue mucho más fuerte que mi fortaleza voluntaria; tampoco voy a determinar si lo que hacen realmente resulta efectivo o no; aunque hubo pibas y pibes que murieron al volver de realizar alguna acción superadora al boludeo generalizado.

Tal vez haya un sino de conmovedora ingenuidad en el velado acto de 'conciencia social', cuando en el cedazo de la objetividad no es otra cosa que un gesto de asistencialismo civil... es probable que aquellas zapatillas, el colchón o la mano de pintura dure muy poco menos que el alivio del que da y el que recibe.

Pero más allá de las pelotas, del esfuerzo, de la intención, de la mística creada en torno al hecho de la generosidad vernácula, me duele que ese voluntarismo criollo comience a ser víctima de sus propias debilidades; miles de argentos, año tras año siguen aportando una cuota de esfuerzo personal para que los que están en la lona no se evaporen; estos que paradójicamente sostienen -por ignorancia y también por necesidad- a esta clase dirigente, la que permite que una chiflada, representante en los papeles de una de las provincias más pobres de la Argentina, detente una banca en el Congreso y vomite una sarta de pelotudeces al borde del desmayo.

Por esa clase de lacras (y de muchas otras), me parece que es hora de replantearse si no es mejor que las energías de generosidad y compasión que se irradian en estas solidarias empresas colectivas, sirvan mejor a desmontar y debilitar este sistema perverso, hasta convertir la mera dispensa en la franca posibilidad de 'dar una mano'.