Yo en ese aspecto soy optimista, y diré por qué.
En toda sociedad existe un sector minoritario relativamente, pero apreciable en número, de resentidos y envidiosos. Pero este sector, por llamarlo de alguna manera, no se expresa habitualmente o sus manifestaciones no tienen mayor fuerza dado que normalmente se sienten inhibidos de hacerlas porque saben que dichas exteriorizaciones son objetables moralmente en todo sentido. Y un cierto pudor o miedo a la vergüenza de su pequeñez que quedaría evidenciada (o también su condición de perdedores) los frena en su discurso.
¿Pero qué ocurre si este sector ve en el poder gente de su misma condición resentida y que sin pudor la manifiesta a través de un discurso envenenado?
Se sienten autorizados y respaldados porque el poder siempre tiene un predicamento mayor que cualquier otro sector en el aspecto moral, y un cierto grado de indemnidad en ese sentido debido a la majestad del poder.
Lo que estoy mostrando es que éste es un sector cuya expresión resentida entra en resonancia y se amplifica tomando fuerza cuando el poder instala ese tipo de discurso odioso como lo es la diatriba permanente contra personas y sectores agrediendo, condenando y ofendiendo a diestra y siniestra.
Basta ver lo que ocurre hoy en los blogs de algunos grandes medios con los comentarios al pie. No se puede creer que se puedan escribir tales cosas con tanto resentimiento.
Pero creo que desaparecidos los instigadores y protagonistas principales, es decir los gobernantes, este discurso se contrae hasta casi desaparecer. Y eso será lo que ocurra en nuestro país.
Admito, es cierto, que la persistencia de esta expresión odiosa es negativa y destructiva si dura algún tiempo, pero siempre desaparece cuando el poder no la mantiene. Los regímenes totalitarios la sostienen permanentemente a tambor batiente porque el odio y el estado de guerra son esenciales y necesarios para justificar un férreo control sobre la población. Es para ellos su modo de gobernar.
Y hago referencia a este caso extremo para mostrar que esta es siempre una expresión o manifestación que viene del poder, o se origina en él.
Nada de esto conocimos cuando gobernaba Menem.
Quizá el mayor acierto de su gobierno haya sido mostrar el valor de la libertad irrestricta y la tolerancia en un grado que nuestra sociedad desconocía.
Y se puede volver a ello.
Luis N
Es muy probable que tengas razón. El estado de locura colectiva puede amainar con la vuelta de la moderación al gobierno. Pero si el futuro del país depende de la personalidad de los presidentes están en serios problemas.
ReplyDeleteLo malo es que el gen resentido no desaparece, queda en estado latente esperando la aparición de otro loco (inveitable en este pseudo-país) que los active.
ReplyDeleteExacto, Nicolás. Yo sigo creyendo que es imposible construir algo positivo con una sociedad mucho más preocupada por el fracaso ajeno que por el éxito propio.
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