Cuando cantaba aquello de “ni siquiera puedo comerme un bife y sentirme bien”.
Recién se lo decía a Blogo en un comentario. Eso de tener a la carne de vaca como alimento de los pobres es una locura que se limita a muy pocos países del mundo. Acá es al revés. Cuanto más altos los ingresos, más carne de vaca se consume.
Tal vez sea una de las cosas que contribuyen a que los argentinos no terminen nunca de sentir que tocan fondo. Como porcentaje de la población, la cantidad de personas que pasan hambre de verdad es muy baja.
Tengo un amigo peruano que me lo decía siempre. Un pobre de verdad en Perú come arroz, con suerte, o “té con soledad”. En Argentina un pobre come un asado o, en el peor de los casos, toma mate, que encima llena más que el té.
Creo que no se han inventando muchos conceptos o cosas más absurdos, más contradictorios, que la idea del derecho al asado barato.
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