Jul 20, 2010

Rosenwasser me cuenta dos anécdotas

Todos los meses viene una camionetita de una veterinaria a bañar, secar con secador de pelo, desinfectar contra las pulgas y demás bicharracos y perfumar al perro de su vecino. Están más de una hora. ¿El precio? Unos 9 dólares. El destacado analista santiagueño no se explica cómo hacen. Según él, con esos precios apenas deben cubrir los costos de transporte e insumos.

En la estación de servicio de la que es cliente, compra el aceite y el filtro y el cambio es gratis o está incluido en el precio. Le suele dejar unos 5 pesos, 1,25 dólar, de propina al empleado (para no sentirse culpable, porque la cosa es voluntaria).

Pensar que por acá, como había empezado a pasar en los 90, cuando estábamos mal y no teníamos dignidad, es exactamente al revés. Lo más caro es la mano de obra.

En el interior, la mano de obra siempre fue más barata que en la Capital Federal. Pero me parece que las cosas están llegando a niveles absurdos. El “modelo” anti bienes de capital ha logrado que el trabajo no valga prácticamente nada.

Y bueno, todo sea para no tener desempleo, como en Cuba.

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