Aug 10, 2010

Locura

Rosenwasser sigue con las anécdotas de la secundaria donde tiene unas horas. Es realmente muy difícil de entender y lamentablemente pinta de cuerpo entero a millones de argentinos.

Hace unos años se robaron la bandera de ceremonias que había mandado el ministerio de educación de la nación. La guardaban sin llave (quién se va a robar la bandera, ¡pero por favor!) en un cofre de madera con tapa de vidrio, hasta que un día la fueron a buscar para un acto y no estaba. No apareció nunca más.

Conseguir otra fue un parto. Por supuesto, tuvieron que hacer instalar una cerradura y ahora queda bajo llave.

A un profesor se le ocurrió juntar plata entre sus compañeros para comprar una heladera para la sala de profesores. La idea era tener un lugar para guardar la comida y bebida durante el horario de clases. Está siempre vacía porque se cansaron de que desaparezcan yogures, gaseosas, sánguches y demás.

Estamos hablando de profesores de escuela secundaria, personas con por lo menos estudios terciarios, en un barrio de clase media de una capital provincial. ¿Qué queda para el resto?

¿Cuál es la excusa? ¿Lo shanki los obligan a ser unos ladrones de merda?

10 comments:

  1. Estas cosas no pasarían si los israelíes se volviesen a Europa, como quería Helen Thomas.

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  2. Ya ni siquiera corre lo de "pobre pero honrado".

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  3. En serio, ¿cuál es el justificativo? ¿Cómo se explican estas cosas?

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  4. El derecho a la propiedad privada en la argentina es relativo a lo que a mi se me canta.

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  5. Perdón, no entendí.
    La comida se la roban los mismos profesores, entre ellos?

    O son los alumnos, que salen de clase como para ir al baño y a la pasada se hacen de un snack de la sala de profesores, cuando está vacía?

    De todas formas, sean unos u otros, es lamentable.

    Acá es el otro extremo. Louis, vos lo sabés.

    He visto carteras colgadas de las sillas, en un patio de comidas de shopping, mientras las dueñas fueron a comprar algo más a alguno de los bolichitos.
    Abrigos y accesorios varios colgando de los percheros en entradas y pasillos de los restaurantes y cafeterías, es habitual también.

    Yo misma me olvidé unos anteojos Fendi en la mesada del baño de damas de Square One, en Mississauga, y la señora de la limpieza, con el carrito y todos los pertrechos, me siguió por todo el shopping para dármelos.

    Es decir, cosas personales -y en muchos casos de alto valor- no sólo comida, quedan a merced y disposición de perfectos extraños. Y nadie toca ni se lleva nada ajeno.

    Por supuesto que hay alguno que otro caso de hurto, cuanto más cerca estemos de un centro muy poblado y de alta circulación de gente.
    Pero en general, no ocurre seguido.

    Porque la mentalidad es otra. Y los valores son otros.

    Evidentemente.

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  6. Fiura, la bandera no saben quién se la robó. La heladera está en la sala de profesores, a la que sólo tienen acceso los profesores.

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  7. Qué vergüenza! Encima tener que convivir con esa gente, sabiendo que alguno de ellos es el caco.

    Yo le pondría una trampita.
    Algo que manche, apeste o cause escozor.

    Entonces sabrían quién es el ladrón de gallinas.

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  8. Y no quieran saber lo que hacen algunos médicos en los hospitales estatales.

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  9. Una compañera de laburo fue al gimnasio en la hora del almuerzo, tenía unos anteojos Ray-Ban en el bolso, se los afanaron de adentro del bolso en el baño de mujeres mientras se bañaba. Y no fue el único caso. A un tipo le afanaron el buzo y tenía las llaves del auto, lo dejaron a pata. Y de la heladera de mi laburo también se afanan la comida/bebida ajena. Yo no dejo nada, pero a mi me afanan una vez, la segunda veneno para ratas en el sandwich.

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