Qué hacer cuando se termina lo que había para repartir.
No importa, siempre se le puede echar la culpa a las políticas neoliberales salvajes:
Después de décadas de aprendizaje, de fracasos en las sucesivas formas de intervención estatal, y de demostraciones palmarias de reacción inmediata ante los más mínimos incentivos, nuevamente el país volvió a caer en una trampa, probablemente, sin recuperación en el corto plazo, y en la que los principales perdedores fueron los propios consumidores locales, que ahora deben pagar altísimos precios en los principales productos de la canasta (carne, leche, frutas); también la nueva camada de productores que desaparecieron (más de 6.000 tambos; casi 12.000 establecimientos ganaderos en 2 años, etc.); y además el país, ya que excepto la soja, que aquí casi no se consume, la mayoría de los rubros declinó en su participación internacional, disminuyendo entonces el ingreso de divisas por exportaciones.
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