Qué lindo sería consolarse pensando que es cierto aquello de que el argentino es un pueblo maravilloso que misteriosamente tiene una clase política y gobiernos miserables.
Lamentablemente no es cierto. Y salir de la edad del pavo ideológica en la que viven millones de argentinos implica necesariamente aceptar que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen.
El principal atractivo de Kirchner es haber sido el presidente más argento desde por lo menos la vuelta a la democracia formal en 1983.
William Bolitho decía que "ningún gobernante es peor que el pueblo que lo eligió" y pìenso que tenía toda la razón del mundo, así que a llorar atrás del convento. Por supuesto estamos hablando de los gobernantes salidos de elecciones. Nosotros en Argentina, al menos por el momento no tenemos demasiadas opciones porque cualquier alternativa que se presente incurrirá en el pecado original de ser "el menos malo" y eso no nos asegura absolutamente algo decente. Pero "es lo que hay" y es realmente poco.
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