Dec 2, 2010

En España la TV entrevistó a un par de ingleses que viven comiendo alimentos descartados por estar vencidos.

Por lo menos estos dos demostraron que SELECCIONABAN con mucho cuidado lo que TODAVÍA se podía comer sin peligro. No comían pescado ni mariscos y sí embutidos, carne de todo tipo y pollo que no apestara o tuviera mal color.

Tampoco comían ningún lácteo que tuviera más de tres días de vencido a menos que se tratase de quesos con hongos en la superficie, a éstos se los morfaban con total tranquilidad porque sabían que esos hongos son del tipo penicillium y que el queso mantenía el valor nutritivo.

Tal vez por pertenecer a una generación que atravesó toda la infancia y adolescencia sin saber cuál era la fecha de vencimiento de los productos (no recuerdo que NADA salvo los medicamentos tuviera esa fecha) le doy poca bola a la fecha de vencimiento siempre y cuando lo haya comprado antes de que venciera.

Mi vieja sostenía que tirar comida era un pecado porque había gente que se moría de hambre en el mundo (muy católica ella, pero absolutamente coherente en cuanto a creencias y acción) y yo crecí aprendiendo a comer de todo (sin darle ni pelota a mis mañas) en sus diversas formas (Ej.: arroz blanco acompañando milanesas y en el que el sobrante del arroz se transformaba en croquetas al día siguiente).

También me enseñaron a lavar siempre las frutas y las verduras, lavarme las manos antes de comer y a distinguir qué cosas estaban pasadas pero aptas y cuáles podridas por el aspecto, el color o el olor. Si un pan o una fruta se caían al piso, se sacudía el pan un poco y la fruta se lavaba y adentro.

Es innecesario decir que si un queso duro tenía un poco de moho se raspaba con el cuchillo y me lo comía sin ningún problema porque mi viejo me había explicado que el roquefort y mi adorado camembert tenían el mismo tipo de hongo que ese moho.

En cambio, mis hijos en los colegios recibieron tanta información acerca del vencimiento de los alimentos que son unos nabos insoportables que no comen nada que se haya vencido ayer.

No comen Torres de Chenoa (Restos de Anoche) ni por asomo a menos que estén tan camuflados que no se avivan.

Y lo peor es que tengo clarísimo que los culpables de que sean tan ñañosos (¡qué palabra vieja!) somos mi mujer y yo por darles bola, pero es muy difícil luchar contra la presión del colegio, la TV y los medios y por la obsesión de comer sanísimo.

El enmascarado

(Viene de acá)

5 comments:

  1. Don Enmasca, mi abuela siempre decía “más vale que haga mal y no que se pierda”. Ser gordito era sinónimo de salud.

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  2. Muy bueno.

    Y me recuerda algo que vi en la televisión, hace poco, en un noticiero pedorro (no me acuerdo cuál, pero no importa, son todos iguales).

    Mandaron a un salame con micrófono acompañado de otro salame, y recorrían supermercados analizando la temperatura de los yogures.

    Al parecer, el produto lácteo no puede perder la cadena de frío nunca jamás. Ni un grado. Es decir, dónde lo sacás de la heladera del mercado, cagaste.

    Yo pensaba, como hacés para llevar el yogur a tu casa sin que pierda la cadena de frío?
    Y se me ocurrió la siguiente idea...
    Te ponés en contacto con el incucai, y si ese día no tienen ningún trasplante, los contratás para que te lleven el producto a tu casa.
    O te llevás esas heladeras cargadas con cubitos, pero ya no tiene un trato profesional. Corrés riesgo.

    Patético.
    Se viene una generación de maricas y dominados.

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  3. Ya lo dije varias veces por acá, la preocupación por las cuestiones bromatológicas en Argentina son excusas para coimear a los que consideran que están en condiciones de poner más plata. Inspecciones con microscopio a McDonald’s, pasando de largo del puesto de panchos inhabilitado de la esquina.

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  4. Muchas gracias, Louis y Mike@, por haber posteado un simple comentario mío.

    Agradezco también a los que les gustó el comentario y tengo el placer de informarles que pueden utilizar de la frase Torres de Chenoa sin problemas porque Torres de Chenoa como las que preparaba mi vieja son irremplazables.

    ¡Ay, no me pegues! Me corrijo, las Torres de Chenoa que hace mi dulcísima mujer son mucho mejores.

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  5. Torres de Chenoa para frase del año.

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