Esta mañana llevé a La Opinadorita a la clínica cerca de casa

Abren a las 8 y pensé que con ir a hacer la cola a las 7:30 iba a ser suficiente para poder ser atendidos en un plazo razonable, como solía ser el caso.

Cuando llegué ya había unas 15 personas esperando a la intemperie (en los sistemas de salud solidarios que privilegian a las personas sobre el lucro los que van a la guardia por resfríos o gripe, incluidos jubilados y niños, deben esperar afuera, con temperaturas bajo cero). Muchos llevan sillas de picnic y colchas para hacer más amena la espera hasta que abran la puerta.

Antes de las 9 de la mañana ya estaban “completos”, como dicen ellos. Es decir, ya no toman más pacientes por el día por no poder atenderlos a todos. Repito, comienzan a atender a las 8 de la mañana y a las 9 ya no toman más pacientes. Si llegaste después, te vas a la guardia del hospital (esperas promedio de 12 horas), vuelves al día siguiente o buscas la resignación cristiana en el fondo de tu corazón de pecador.

Volvimos a casa a las 12:30 del mediodía.

Medio día de trabajo/escuela perdido esperando ver a un médico por un resfrío. Hay que rogar que no te toque nada verdaderamente grave.

Aclaro que no se trata de algo excepcional, es la situación normal del 40% de quebecos que no tiene médico de familia y del 60% que sí tiene médico de familia, como nosotros, cuando se trata de una urgencia (para un turno con el médico hay que esperar un mes, con suerte). Estas clínicas son el mal menor. 3 – 4 horas de espera en lugar de 8 – 12 en un hospital. Ni les cuento en Montreal.

Son las maravillas de sacar a los precios de la ecuación para asignar recursos. Queda muy claro que cuando las cosas pasan a ser gratis simplemente dejan de existir.