Jan 19, 2011

Este fin de semana estuvimos con unos amigos brasileros

Volvieron hace unos días de pasar las fiestas con sus familias.

Cuentan cosas que me hacen acordar a los 90 en Argentina, cuando estábamos mal y no teníamos dignidad.

Los aeropuertos son las nuevas terminales de colectivos, ya no dan abasto de la cantidad de pasajeros. Es un caos. Como la diferencia entre un pasaje en avión y uno en bondi es muy poca, la gente se vuelca masivamente al transporte aéreo.

Explosión de la cantidad de vehículos en las calles y rutas, que no dan abasto. Ventas récord gracias a la financiación. Es posible comprar autos con créditos de 6 o 7 años (aunque las tasas siguen siendo demasiado altas).

Nuevas construcciones por todos lados, impulsadas por los créditos hipotecarios (otra vez, tasas demasiado altas).

Esta gente no se cree para nada lo de “Brasil potencia”. Son perfectamente concientes de que la cosa tiene que ver con los precios de los commodities y les preocupa lo que viene después.

Vamos a ver.

Por lo que cuentan, el nivel de corrupción y burocracia es igual o peor al que están acostumbrados los argentinos.

Yo sigo creyendo que Brasil no es un modelo para Argentina. Pero es importante reconocer que los dos países no juegan en la misma división. Creo que mal que mal Brasil logró alcanzar algunos consensos de mínima para que la sangre deje de llegar al río.

Argentina sigue con los bidones de Fangio XXI al lado de la mesa de luz, siempre dispuesta a rociar generosamente el montículo de ramas y hojitas secas antes de acostarse y darle a los fósforos.

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