Mar 2, 2011
Para ponérselo en la lápida...
"El otro día la Ministra de Seguridad daba los índices de reducción de homicidios dolosos. Ese mismo día o al otro día creo que mataron en distintos episodios a tres personas. Una tragedia, pero eso no quita que si uno compara los índices de homicidios dolosos con otras partes del mundo, inclusive con nuestra propia historia entre el año 2002, que era el 9.2 por cada 100 mil habitantes y en el 2008, que es la última, estábamos en el 5.8, que hay que bajarlo y que si hoy a la tarde alguien tiene la tragedia de perder la vida en un hecho delictivo, no modifica el índice. Lo que sí muchas veces pasa es la utilización publicitaria. Yo creo que en el fondo muy mediocre de lo que constituye una verdadera tragedia para cualquier persona como es la de perder un ser querido en un episodio de violencia, de inseguridad o de cualquier naturaleza. Porque, en definitiva, nadie sufre menos porque lo maten de un tiro, porque se muera repentinamente o porque se muera enfermo, la muerte siempre es terrible cualquiera sea el origen. Me parece que el respeto que merece, precisamente, esa situación, es lo que amerita que nos demos una discusión seria a partir de cuáles son los verdaderos instrumentos y los mejores instrumentos para combatir ese flagelo que es la inseguridad. (Aplausos)"
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Se les defecan de hilaridad en la cara.
ReplyDelete¿La "inseguridad" es un flagelo? ¿Qué es la inseguridad? Es flor de eufemismo. Lo que hay son crímenes callejeros, les gusta llamarlos "inseguridad" porque "inseguridad" no es nada, es ausencia de seguridad.
ReplyDeleteDe esa forma pueden hablar de "sensación de inseguridad", porque la inseguridad, por cierto, es una sensación, pero a los crímenes callejeros no se los puede calificar de sensación; en todo caso, de sensación de una bala entrándote en el cuerpo.
Es cierto que el nivel de homicidios es bajo en Argentina en comparación con la región, pero lo que importa no es eso, no se trata de un campeonato a ver quién tiene más homicidios por 1.000 habitantes, se trata de que las personas que le apuntan con una pistola a otras para robarles pasen mucho, mucho, mucho tiempo adentro, tiempo durante el cual no podrán dañar a nadie más.