Si la maldición de los recursos naturales argentina fuera el petróleo en lugar de la producción agrícola ganadera, le vería más posibilidades.
De todos modos, a no desesperar soldados nacional socialistas de la patria, van a tener kirchnerismo durante muchos años, aún si viene con otro nombre:
La ocupación eterna del poder es un lujo al que aspiran los autócratas. La practicaron jerarcas como Haile Selassie, que gobernó Etiopía durante más de medio siglo y Francisco Franco Bahamonde, que lo hizo en España a lo largo de treinta y nueve años. En América latina, Fidel Castro mandó durante medio siglo, para dejar el cargo, en una cesión puramente nominal -en la mejor tradición monarquista- a su propio hermano menor. Atornillarse al poder sin coto es un delirio regio. Nace del autoconvencimiento de que uno, o el propio jefe por el cual se habla, es la única luz posible y de que cualquier otro cambio traerá tinieblas. El poderoso que no acepta irse es aquel que sólo escucha sus propios ecos; sus oídos no registran otras voces.
Amén. A hacerle copypaste en todos los blogs k.
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