El contrabando se produce cuando hay diferencias de precios que alientan a correr el riesgo de un proceso penal. En un esquema racional -es decir, sin intervencionismo estatal o reducido al mínimo- regiría la "ley de un solo precio" y sería indiferente comprar en un país o en otro.
En Argentina se hizo todo lo necesario para provocar escasez:
1) Desalentar la oferta -exploración, explotación y refinamiento- mediante precios regulados.
2) Sin total comprensión de que los artificialmente bajos precios internos incentivan la exportación a precios internacionales, establecer restricciones a ésta. Algo parecido ocurrió con la carne, con los efectos que todos conocemos.
3) Con los precios subsidiados, fogonear la demanda, porque es políticamente redituable en el corto plazo que la gente tenga combustible a bajo costo, desvinculado de los precios internacionales. Lo importante es siempre ganar la próxima elección, pues "après nous le deluge".
4) Importar petróleo a precios elevados, para que luego sean vendidos en el mercado interno a valores inferiores. Esos subsidios cuestan miles de millones de dólares por año.
5) Luego, asignar a las petroleras cuotas obligatorias de entrega a las estaciones de servicio, como si el problema fuera la maldad de las primeras y no la carencia de incentivos a la oferta y los subsidios a la demanda.
Durante la década del 90 -en que sí se invirtió, y mucho, según lo reconoce un izquierdista razonable como Fernando Iglesias- y aun en un país estatista pero más racional como Uruguay, se dejó que los precios siguieran la evolución del precio internacional, y por eso en Uruguay y en Brasil no existen problemas de escasez.
La falta de combustible -y de muchos otros productos- es siempre una consecuencia del control de precios y en general de la intervención del estado que, como burro en una cristalería, produce destrozos sin cabal conocimiento de lo que hace, interfiriendo en el mercado con absoluta ceguera hacia los efectos en el mediano y largo plazo de sus acciones, o pensando que siempre existirá un chivo expiatorio a quien endilgar los efectos de sus dislates.
Y cuando finalmente llegue el doloroso sinceramiento, la culpa será del "neoliberalismo"; si además se puede atribuir todo a la década del 90, a Menem y a los países centrales, mucho mejor.
Siempre sobrarán los ignorantes de la economía con estudios universitarios que absorberán cuanto desatino se pronuncie, siempre que provenga del costado "progresista".
Julio
(Viene de acá)
Muy bueno.
ReplyDeleteComprendo lo que quiere decir, Julio; pero en el caso del Paraguay, el contrabando no se establece tanto por las eventuales diferencias de precios (que de hecho existen), sino por otros factores mas o menos relacionados:
ReplyDeletea) la mala calidad del combustible guaraní, que se importa en un %100 y muchas veces con riesgo de desabastecimiento.
b) la escasez de bocas de expendio en el vecino país.
c) el aumento del parque automotor.
Esto hace que a los paraguayos les resulte más fácil adquirir combustibles en 'este lado' y de esta particular forma: con los dólares en la mano, a nadie se le dice que no.
Con el agravante, claro, que aquí -como ud. bien lo describe- hay escasez deliberada de combustibles.
Una pelea de dos pelados por un peine...