El Opinador Compulsivo

La vida es extraña en tantas formas. Uno es el dueño de su propio destino "in so many ways". Pero no en tantos otros. Empezando por el lugar en el que uno nace. No se elige. Nacés sin consulta. A mí me tocó nacer en el Sanatorio 9 de Julio en la calle 25 de mayo una fría mañana en el año 1973 en la ciudad de San Miguel de Tucumán. No lo elegí. Me tocó. En el seno de una familia que no cambiaría por nada en el mundo. Pero es ese el país en el que habría elegido nacer de tener voz y voto (y materia gris) en el útero?

No.

De haber tenido voz y voto habría nacido en el país en el que hoy vivo. Dicen que la verdad de la milanesa está cuando uno le da nacionalidad a sus hijos. Y hace dos semanas nació mi tercer (y creo último) hijo que lleva la nacionalidad del país que, de haber tenido voz y voto en la panza, habría elegido para nacer.

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El 11 de setiembre el 2001 yo estaba fresco celebrando mi primer año en Estados Unidos. Recibí una llamada a la madrugada de L.A. de mi cuñada para decirme que prenda la tele. Mi cuñado y mi suegro estaban en NY esa mañana. No fue hasta 4 horas después que pudimos corroborar que ambos estaban bien. Mi cuñado trabajaba en el edificio de Goldman Sachs a dos cuadras del WTC. No fue una tragedia familiar propiamente dicha. Pero fue una tragedia familiar en el sentido que fue la primera vez que sentí a este país como el mío propio.

Hoy me desperté a las cinco y media de la mañana para seguir la ceremonia desde la ciudad americana por excelencia. Por supuesto que me cayeron lágrimas. Lágrimas de tristeza por los padres y madres, hermanos y hermanas, hijos e hijas, amigos y amigas que nunca regresaron a casa ese día. Pero también lágrimas de orgullo por el país del "let's roll", el país que elegí para mis hijos. Nunca voy a olvidar el espíritu de solidaridad de esos días. Y nunca voy a olvidar la imágenes de hoy de esta ciudad que diez años después de la tragedia le muestra al mundo que esta nación va a poner en lugar de las torres gemelas un edificio más alto, lindo y eficiente que el que tiraron esa mañana perfecta hace una década. Inaugurado en forma conjunta por los dos presidentes que tuvieron que lidiar con la tragedia, que a la hora de la verdad dejan las diferencias de lado para celebrar el espíritu de un país único en la historia. Ese país que hoy es más seguro que hace una década. Y que no tuvo que sacrificar las libertades individuales tan preciadas que hacen de esta tierra la última esperanza de la humanidad.

Sorry si estoy patriótico. Pero es "God Bless America" day hoy. No estaría aquí de no sentir como siento.