Dormida, Alfonsina, vestida de mar

Hoy @kalipolis en Twitter me hace acordar que hace 73 años Alfonsina se tiraba de una escollera de Mar del Plata. No se internó lentamente en el mar hasta desaparecer como el imaginario romántico elige fabular: la realidad no acostumbra ser tan suave.

Sus últimos versos, escritos pocas horas antes y con la decisión tomada, para que fueran publicados en el diario La Nación:

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.


Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.


Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases


para que olvides. Gracias... Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...

Nunca se supo a quién se refería Alfonsina en los dos últimos versos que eligió escribir en su vida. La realidad sí acostumbra dejar estos huecos a los que solemos luego llamar misterio, vistiéndolos con las mejores galas, haciéndoles tomar la forma que más nos agrade.