Están dando unas propagandas de una compañía de seguros médicos con ínfulas de convertirse en el proveedor oficial del sistema de salud socializado del estado (VT da para absolutamente todo y acaba de aprobar una ley en ese sentido; los resultados del experimento canadiense del otro lado de la frontera los tiene absolutamente sin cuidado).
En una de las publicidades aparece primero un señor de barba y bigote de unos 35 años, que confiesa tímidamente que muchas veces se manda unas galletitas de chocolate cuando va a trabajar en el auto, pero que nunca se lo cuenta a nadie por vergüenza.
Después sale una mujer de unos 40 años, medio gordita, que admite que algunos días, en lugar de ir al gimnasio, se va a pasear a un centro de compras, pero, ojo, por lo menos trata de caminar rápido para compensar.
Después una voz en off dice, con un paternalismo increíble, algo así como “pero bueno, no se preocupen, nadie es perfecto; nuestra compañía entiende que todos somos humanos y es por eso que nuestro objetivo es ser mejores y no ser perfectos”.
Para cerrar, te cuentan que “we are all in this together”.
Qué quieren que les diga, honestamente impresiona ver a una compañía que no tiene ningún problema en tratar a dos adultos de entre 30 y 40 años como si se tratara de chicos de primaria.
Y no, “we are NOT all in this together”. Mi vida es mi vida y mi salud no es una cuestión de estado.
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