Steve Paul Jobs

Acabo de terminar la biografía de Isaacson sobre Steve Jobs. Fue difícil conciliar el sueño estos días sabiendo que estaba el libro sin terminar al alcance de la mano. No me gustó mucho el estilo del autor (quizás tenía demasiadas expectativas luego de haber leído su "Benjamin Franklin", que hace unos años me había encandilado). El sujeto acá es más complejo y menos genial (, obvio). Pero menos genial que Benjamin Franklin. No me imagino una lista de 10 que como Franklin estén adelante de Steve Jobs en la lista de americanos más influyentes de todos los tiempos. Su vida merece ser contada mil veces.

No pretendo ser objetivo. Steve Jobs moldeó mi mundo desde los 27 años del mismo modo que Los Beatles lo moldearon en mi adolescencia. Exagerado? No lo es. Mi primera computadora fue una PC con Windows en 1998. Mi primera Mac fue el iBook de mi esposa en el 2000. No hubo vuelta atrás después que me di cuenta que en una tarde había aprendido a hacer más cosas con la Mac que lo que aprendí con Windows en dos años. La diferencia era clara: un sistema era difícil, el otro fácil; uno era complejo, el otro intuitivo; y por sobre todas las cosas, uno era feo y el otro lindo. Steve Jobs es el único responsable de esta dicotomía.

Han danzado miles de adjetivos para describir a Steve Jobs estos días. Hay dos cualidades, sin embargo, que me parece alcanzan para contener todo lo que fue: su profunda convicción en la elegancia y la simplicidad, y la pasión con la que nunca comprometió su convicción. Van a tener que pasar muchos años para que podamos apreciar cabalmente la grandeza de su legado.

Gracias, Steve.