Acá en Québec son infaltables en los medios las noticias sobre la escasez de algo en el sistema de salud

Todos los meses, y a veces varias veces al mes, se conoce una crisis por la falta de algo: algún especialista, enfermeras, médicos de cabecera, algún medicamento, insumo, aparatos, camas de hospital, hospitales, lo que se les ocurra.

Este mes el tema es la falta de especialistas en transfusiones durante intervenciones cardíacas. Tuvieron la gran suerte de encontrar uno jubilado de la zona de Montreal que se avino a trabajar por un tiempo en el hospital local para que no queden en banda decenas de pacientes.

¿Por qué en el ámbito de la salud en Québec (y Canadá) lo normal es la escasez, las listas de espera de meses y años, y, en cambio, no lo es en, por ejemplo, la veterinaria, los dentistas, los mecánicos de automóviles? ¿Por qué en Québec no hay escasez de ropa, alimentos, autos, computadoras, papel higiénico ni desodorante corporal?

Porque Québec (y Canadá) tiene un sistema de salud socializado en el que los recursos se asignan mediante la planificación central. Es decir, un grupo de funcionarios del organismo burocrático del área de la salud decide en qué hay que invertir y qué hay que consumir.

En el caso de los veterinarios, dentistas, mecánicos de automóviles, ropa, alimentos, autos, computadoras, papel higiénico y desodorante corporal, por suerte todavía no se les ocurrió aplicar el mismo sistema y los recursos se asignan a través de un sistema de precios. El día en que a los cráneos de la Asamblea Nacional se les ocurra crear la oficina provincial del papel higiénico, pasaremos a limpiarnos el que te jedi con chala de choclo o, en el mejor de los casos, con trapos viejos, como en Cuba.

Lo más llamativo de todo es que nadie, ni en la prensa ni en la corporación política local, parece haberse enterado de que sólo existen dos maneras de asignar recursos: precios o la escasez.