Se había producido una acumulación de datos por parte de los servicios de información acerca de la actividad naval de los japoneses; con todo, se llegó a la conclusión de que su objetivo estaba en el sudeste asiático. Cuando Kimmel consultó a su oficial de operaciones, el capitán Charles McMorris, acerca de las probabilidades de que se produjese un ataque sobre Honolulú, el capitán respondió: "ninguna". Increíblementel la aproximación de los aviones japoneses había sido detectada por la estación de radar norteamericana cercana a Kahuku Point, en el extremo norte de Oahu, pero el informe fue descartado opr el oficial de servicio del Centro de Información Shafter, el teniente Kermit Tyler, quien pronunció la frase inmortal: "bueno, no hay que preocuparse por esto". Para Tyler, los "blips" de la pantalla no podían ser otra cosa que un vuelo previsto de bombarderos B-17. En su mente no cabía la posibilidad de que pudiera tratarse de otra cosa.
En treinta minutos los aviones japoneses estuvieron encima de la "caravana" de cruceros de combate; la guerra había dado comienzo. Treinta minutos no son gran cosa comparados con los meses de fallos de los servicios de información tanto en Washington como en Honolulú, que no habían conseguido dar a los norteamericanos una advertencia mas pormenorizada, en cuyo caso hubieran dispuesto de tiempo suficiente para enviar aviones que interceptasen a los japoneses, puesto que no habrían sido destruidos en tierra como luego sucedió. La incompetencia del teniente Tyler fue sólo una pequeña parte de la incompetencia general, pero sus efectos costaron cientos de vidas y millones en material perdido.
-- Geoffrey Regan, "Historia de la Incompetencia Militar"
Es la mentalidad, en ese momento, pese a que había muchos indicios de que era posible y probable; era, a la vez, casi inconcebible. Más sin declarar la guerra antes.
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