El fin de semana

Vinieron a cenar unos amigos peruanos que acaban de volver después de casi un mes en Lima y Arequipa por las fiestas.

Hacía ocho años que no iban y volvieron muy gratamente sorprendidos por los avances del país. Lo que más les llama la atención es la cantidad de gente que se está sumando a la clase media, algo inédito en la historia. Menor inseguridad. Grado de inversión. Inversiones por todos lados. Inflación anual de alrededor de 3%. Edificios, centros de compra, restaurantes y negocios llenos. Créditos hipotecarios a 25 años. Reservas récord. Tráfico de locos, infraestructura. Tratados de libre comercio con los principales países y bloques del mundo. Récord de exportaciones. Exportaciones no tradicionales con tecnología de punta, zonas desérticas que se sumaron a la producción agrícola y demás.

Perú va casi exactamente en sentido contrario que Argentina. El auge también tiene mucho que ver con el boom de los commodities - de la minería, sobre todo - pero ahí se terminan las semejanzas. Por lo menos en la costa, mucha gente reconoce las bondades de la estabilidad, de la economía de mercado y de la continuidad de políticas y atribuyen los avances a que se terminaron los quiebres, los procesos fundacionales cada tantos años, a la continuidad, a grandes rasgos, desde los años de Fujimori.

¿Quiere decir que se terminaron los problemas y que Perú es Suiza?

Para nada. A pesar de los enormes avances, la cosa recién empieza. Perú parte de un nivel de desarrollo mucho más bajo que Argentina. Hay que ver si el proceso es irreversible o dura lo que los excelentes precios internacionales de los productos mineros.