Violencia de
género es cuando el varón –es decir: el humano anatómicamente considerado tal
por su portación de pene y su conducta héterosexual- agrede a la mujer –es
decir: el humano anatómicamente considerado tal por su portación de vagina y su
conducta héterosexual. Cuando la
mujer agrede al varón no, repito, no se considera “violencia de género”.
El concepto de
“violencia doméstica”, bien propio para calificar los hechos tradicionalmente,
es considerado reaccionario. La sola mención del mismo provoca la reacción
airada de grupos que están contra los reaccionarios, además de la execración,
la censura moral, y la discriminación social de quien lo proponga, por parte de
los grupos que
están contra la discriminación.
El
concepto de “violencia de género” impone una consideración y un trato desigual
ante la ley, violando un par de siglos de buena jurisprudencia liberal
occidental. Cosa que se puede esperar de sistemas políticos que
pervierten el concepto de república degradándolo al de mera democracia, donde
reina –literalmente- la tiranía de la mayoría y/o de ciertas minorías
consideradas otrora oprimidas. Además de la ignorancia casi absoluta de
cualquier criterio básico de jurisprudencia, lo que lleva a la creación de toda
una endeble juridicidad ad hoc.
Para poner un
ejemplo del desastre que implica:
La introducción de este concepto pervertido
en la cultura y la legislación española en la última década no redujo, ni
siquiera mantuvo, la cifra de casos de mujeres víctimas de la violencia
doméstica.
También creó una desigualdad atroz del
varón ante la ley. El privilegio legal que se le otorgó a la mujer hizo del
abuso de la falsa acusación un hecho cotidiano. Ya que entre otras cosas se
invierte la carga de la prueba y es el varón el que tiene que probar su
inocencia. Ante una separación, por la suficiente acusación de maltrato, el
varón queda arrestado y pierde la tenencia y la visita de sus hijos, hasta
tanto demuestre su inocencia. Con lo que la apelación a la falsa acusación se
hizo un recurso legal abusivo de uso corriente. Esto provocó que, finalmente,
la mayoría de los jueces reaccionaran no tomando en cuenta una denuncia de
maltrato por la parte femenina.
Además de la
desigualdad planteada al proponer penas distintas por el mismo delito. Porque
si un hombre maltrata a su mujer la pena es mayor que si una mujer maltrata a
su hombre. ¡Curiosa desigualdad ante la ley en la que
uno no es culpable por algo que ha hecho, si no por haber nacido con ciertas
características físicas! Prácticamente un criterio peor que el racista.
También hay
que mencionar que esta es otra de esas leyes-resentimiento por las cuales cierta parte de
grupos minoritarios se cobran la deuda imaginaria por el maltrato sufrido
durante épocas anteriores más represivas.
Justo es decir que el concepto de
"violencia de género" y la legislación que de él se pretende derivada
es llevado adelante por los grupos feministas más radicales –esos que los
estadounidenses denominan “feminazis”-, sino ya por grupos de lesbianas -las
que, obviamente, no tienen problemas de ningún tipo con parejas del sexo
masculino-, motivados por un profundo
odio por el hombre, anatómicamente considerado tal por su portación de pene
y su conducta heterosexual.
Los
anteriores comentarios no pretenden ocultar el hecho de que las mujeres son
víctimas estadísticamente mayoritarias de la violencia doméstica, sino poner
de relevancia lo absurdo y peligroso del pretencioso neologismo
impuesto mediante el pensamiento políticamente correcto para denominar un hecho
ya nominado, catalogado, estudiado y tratable bajo cualquier orden legal
civilizado existente, sin la nece(si)dad de creación de nuevos criterios y
leyes especiales.
No es con nuevas denominaciones con lo que se va a acabar con hechos
indeseables. Aunque el progresismo es así: se conforman con que las cosas cambien
de denominación, creyendo que con ese acto de nominalismo mágico cambian en lo
real. Tampoco con la
ignorancia del principio de igualdad ante la ley y de toda la jurisprudencia
creada en siglos de cultura occidental. Aunque el vulgo, letrado o no, pretenda
inventar un mundo a “su” medida. Curioso individualismo del colectivismo en donde,
prácticamente, cada persona cree que el orden del mundo debe de ser el que a
ella se le ocurre, cuando y como se le ocurre. Y mucho menos dándole
curso legal al resentimiento de mínimas minorías a las que se asocian las clases
políticas en busca de un sostén legítimo que no saben obtener en la base común ciudadana
y en lo que, en otros tiempos, se llamó el Imperio de la Ley.
muy buen post!
ReplyDeletecuando vi en la tapa de Clarin que la mujer del gobernador de Rio Negro estaba detenida por un supuesto "accidente domestico" y un par de renglones mas abajo titulaban "crimen de genero" o "violencia de genero" porque una mujer fue agredida por su marido, honestamente me molesto... como siempre los gallegos nos llevan la delantera con las exageraciones, pero espero que los españoles reaccionen de una buena vez...
Suscribo completamente lo dicho, en forma brillante, por Don Freeman.
ReplyDeleteExcelente hasta en las palabras elegidas.
ReplyDeleteSólo agregaré que si realmente queremos que las cosas funcionen tenemos que volver a las fuentes: a los derechos individuales o ley igualitaria individual.
"Un grupo, como tal, no tiene derechos. Un hombre no puede adquirir nuevos derechos al unirse a un grupo, ni perder los derechos que posee al hacerlo." (AynRand)
Hablando de lo de Soria, vieron que hay un intendente K de Río Negro que "desapareció" ayer?
ReplyDeletehttp://www.lanacion.com.ar/1437224-rio-negro-buscan-a-un-intendente-desaparecido
esto está cada vez más raro
Classic Freeman. Hay mucha tela para cortar con este tema. Casualmente arranqué la lectura de verano con un par de libros sobre postfeminismo -y si, individualidad vs. colectivismo es un tema central. Ya iré compartiendo algo apenas desempaque, sacuda la arena que me quedó en las ojotas y me ponga al dia con EOC.
ReplyDeleteViolencia de género es lo que hace Vivienne Westwood...
ReplyDelete:P