Hablamos griego —lo hagamos en la lengua en que lo hagamos— cada vez que invocamos la primacía de la inteligencia ciudadana sobre cualquier supersticiosa servidumbre. De Heráclito a Platón, de Parménides a Aristóteles o a Epicuro, se forja lo único que separa a Europa de la barbarie. Por frágil que esa frontera sea, por mucho que la hayamos resquebrajado. Al fin, griego es todo cuanto al pensamiento concierne: lo no-bárbaro.
Y de aceptar que no existe más Grecia ya que la que persevera, eterna, en los volúmenes de la bibliotecas. Y saber que, de aquellos trescientos espartanos que erigieron en mito fundante la libre inteligencia ciudadana frente al déspota persa, queda sólo el recuerdo. No en Esparta. En cada uno de nosotros. Y sí, puede que sea exactamente eso lo que esté hoy presagiando la enigmática voz del señor que, sin decir ni ocultar, sigue vaticinando en Delfos.
Es que en la antiguedad habías dos greciasLa atenas capitalista abierta liberal.La esparta estatista, donde el estado lo era todo, las libertades individuales nulas.¿Adivinen en cual de las dos florecieron las artes, la cultura y los avances?lo que se da actualmente es que atenas terminó siendo gobernada por estatistas, y así están.
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