Feb 7, 2012

Margarita y sus muchachos peronistas.

Ultimamente venía pensando en Reagan y Thatcher, dos ídolos con, para mí, un gran punto a su favor: evitaron que su país se convirtiera en un país peronista.
A mí, personalmente, no me gustan sus facetas conservadoras más reaccionarias. Pero aquello sólo, viendo la vuelta de las cosas en Argentina y, sobre todo, los Estados Unidos de O-Bomba, me lleva a considerarlos de maravilla.
Quería hacer una reinvidicación de aquella lucha contra "los muchachos peronistas británicos" por parte de la señora. Justo, Luis del Pino hizo este editorial, que le tomo prestado, para su programa de radio, Sin Complejos, EsRadio, España.

A principios de la década de 1970, los sindicatos ingleses constituían un auténtico poder dentro del Estado. Uno de cada dos trabajadores estaba sindicado, fundamentalmente porque para trabajar en ciertos sectores era obligatorio sindicarse. El recurso a la huelga era constante y los piquetes se encargaban de garantizar que esos conflictos laborales fueran secundados por todos los trabajadores de los sectores afectados, e incluso también de otros sectores. Para colmo, la influencia de los sindicatos dentro del Partido Laborista era enorme, lo que contribuía al radicalismo de la izquierda británica.
Fueron los sindicatos los que provocaron el descrédito del primer ministro conservador Edward Heath, que perdió las elecciones en 1974, cediendo el gobierno a los laboristas. Dentro del Partido Conservador, la caída de Heath abrió la puerta a una desconocida Margaret Thatcher, que venía a capitanear la derecha con ideas renovadas.
Cinco años después, en el invierno de 1979, los sindicatos llevaron a Gran Bretaña a un completo caos, paralizando el país con una serie de huelgas que terminaron de convencer a la opinión pública de que había que acabar con el perpetuo chantaje sindical. El hartazgo de los ingleses hizo que Margaret Thatcher obtuviera la mayoría absoluta, pasando el gobierno otra vez al Partido Conservador. 
Los sindicatos recibieron a los conservadores con una nueva oleada de huelgas, pero Margaret Thatcher, sin ningún tipo de complejo de inferioridad ante la izquierda, comenzó por cambiar la legislación para quitar a los sindicatos el desmesurado e injustificado poder del que disponían. Se eliminó la obligatoriedad de afiliación, se declararon ilegales los piquetes, se declararon ilegales las huelgas generales y se estableció por ley que todas las huelgas tenían que ser aprobada por votación de los trabajadores afectados, en lugar de ser decididas, como hasta entonces, por la cúpula sindical.
No solo eso. Thatcher utilizó sin reparos a la sección de inteligencia interior del servicio secreto británico, el famoso MI-5, para infiltrar el movimiento sindical y propiciar la desunión, alentando el ascenso de líderes sindicales más moderados.
Tras una nueva victoria por mayoría absoluta en 1983, Thatcher anunció la intención del gobierno de reformar el sector de la minería del carbón, altamente subsidiado, que constituía una auténtica sangría para las arcas públicas británicas. Entre otras medidas, se decidió cerrar 20 pozos improductivos. Los sindicatos reaccionaron convocando una huelga indefinida del sector, dado que el sindicato del carbón era una de las espinas dorsales del movimiento sindical. Para poder resistir una huelga prolongada, los sindicatos contaban con la caja de solidaridad, que permitía pagar a los mineros en huelga un sueldo reducido, que salía de las contribuciones de todos los trabajadores británicos sindicados.
Pero Thatcher aguantó el tipo. Utilizó a la policía con contundencia para mantener abiertos aquellos pozos donde los mineros habían decidido trabajar, emprendió una intensa campaña de convencimiento de la opinión pública para dejar patente el chantaje de los sindicatos y se aprovisionó de carbón en el exterior, para no depender de aquel sector que había quedado paralizado.
A medida que iban pasando los meses, la moral de los huelguistas se iba resquebrajando y poco a poco comenzaron a descolgarse. En marzo en 1985, después de todo un año de huelga indefinida, más del 50% de los trabajadores del sector habían vuelto a las minas, con lo que la huelga se tuvo que dar por concluida. Los sindicatos habían cosechado una derrota sin paliativos y enormemente simbólica, y su poder quedó anulado para siempre. A finales de la década de 1980, la afiliación a los sindicatos había caído a la mitad y ya nunca volvieron a ser el grupo de presión que habían sido, lo que tuvo profundas consecuencias en la economía y en la política inglesas. Por lo pronto, el Partido Laborista se vio libre para adoptar posturas menos radicales, que terminarían haciendo posible, años después, a un dirigente como Tony Blair.
(...)
La forma, siempre reiterada, de los editoriales con que abre su programa Del Pino es la de presentar, en una primera parte, una historia relacionada, pero no exactamente igual a la del tema que va a editorializar, para después pasar a éste mostrando paralelismos y diferencias.
Esta es sólo la primera parte del editorial, después pasa a la relación de esta historia con el flamante presidente español, Mariano Rajoy, y los sindicatos españoles.

Para escuchar el programa completo seguir este enlace. Para leer el editorial completo seguir este otro.
Una advertencia: Cuando lean o escuchen que el Presidente de España les paga el sueldo a los sindicalistas no se trata de una metáfora. En España, por ley, los sindicatos están subvencionados por el Estado, más allá de los aportes de sus afiliados.
"Argentina: 50 años exportando peronismo."

17 comments:

  1. The Lady is not for turning. Como la admiro. Ademas de todo lo que tan bien dice el articulo, estuvo 100% acertada con el Euro 3 decadas antes de la debacle. Una visionaria y estadista que te la voglio dire.

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  2. Siempre les cuestionaré el desaforado gasto militar, y a Reagan en particular algunas opiniones sobre la enseñanza religiosa, pero al lado de lo que hay ahora son un lujo.

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  3. Dos grandes.
    Hablando de Thatcher, toda este histeria argenta sobre las islas es desopilante. Mientras su Majestad Imperial utiliza camiones atmosféricos para llevarse la plata, los boludos atómicos de los periodistas se retuercen ante el biopic con Meryl Strip, o las declaraciones de Cameron, condenando al Reino Unido como si nada hubiera pasado, es dcir, una guerra perdida. El más hincha es Gelblung, insistiendo en la magnánima actitud de la Gloriosa Argentina antes de la guerra. Imbécil, coqueteando con el nacionalismo, cuando éstos no considerarían al propio Gelblung argentino, algunos no lo consideran ni humano.
    Son todos unos boludos.

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  4. Don Freeman, hablar bien de Thatcher y Reagan nos va a llenar de amigos el blog en este momento.

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  5. Porque nos interesa ser amigos de la Turba mediocre, chata, brutal, de la masa informe, voluble, sin valores, cobarde, acomodaticia y resentida que son los argentos. Bitch, please!

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  6. Son rémoras fascistas. Esto es clave: “sin ningún tipo de complejo de inferioridad ante la izquierda”. Llama la atención que los políticos no de izquierda, cada vez menos, consideren que tengan que andar pidiéndoles disculpas a los de izquierda cuando gobiernan.

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  7. Nicolás, simplemente creo que alabar a Thatcher en un momento en que el tema Malvinas está agitando las aguas entre ambos países, no me parece muy oportuno.

    No se trata de dejar de pensar lo que quieras acerca de Thatcher sino del timing para decirlo.

    Puede haber lectores que, sin pertenecer a esa caracterización peyorativa que hiciste de los argentinos, no sientan simpatía ni admiración por Thatcher.

    Yo soy uno de ellos aunque no dejo de reconocerle la decisión con la que enfrentó a los sindicatos y llevó adelante su política interna, pero no puedo olvidar la guerra y no soy el único.

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  8. Enmascarado, no me queda claro qué tendría que haber hecho Thatcher ante la invasión argentina a lo que ellos consideran su territorio. ¿Cómo hubiera reaccionado el régimen militar de la época, o cualquier otro gobierno argentino, ante un desembarco británico en la Patagonia? Creo que daría para un post.

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  9. Adhiero, Enmascarado.

    Saludos.

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  10. Louis, la reacción de Thatcher fue absolutamente lógica siendo británica y con carácter de ella. Me ha cansado de señalar que la Junta Militar y Costa Méndez cometieron un gravísimo error al ocupar Malvinas.

    Mi comentario original, que salió anónimo, apuntaba a que me pareció poco oportuno un elogio a Thatcher en medio de este fárrago nacionalista que estamos viviendo.

    Tengo muy claro que Don Freeman se refería especialmente a la política de Thatcher con los sindicatos y al caso español, pero la ocasión actual es poco propicia para reconocerle méritos a Thatcher.

    También creo que hay que buscar acercar la gente y el tema Malvinas es sensible para muchos argentinos que eran adultos en 1982 y vivieron el conflicto.

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  11. Mayor, pensé en Ud. cuando puse lo de los lectores que no sienten simpatía por Thatcher.
    Abrazo.

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  12. Muchas gracias, Enmascarado. Me abstuve de opinar en el tema dada la magnitud que alcanzó el último debate.

    Abrazo para usted.

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  13. El enmascarado):

    No creo que moleste mi post. Es bastante concreto, como usted bien dice, con respecto al tema sindicatos únicamente.

    Me parece que en política hay que dejar reposar las cuestiones emocionales, que no son buenas consejeras, y empezar a conversar sobre "hechos" y "argumentos". Sería un grado de maduración increíble.

    Ahora si usted quiere putear a la Thatcher: adelante, estamos entre amigos, esta es nuestra mesa de café, siéntase libre. Que para eso somos liberales: compartimos algunas cosas y no nos irrita no compartir otras.

    Por sobre todo, yo estoy en este blog porque siento que puedo opinar y escuchar independientemente de coincidencias y disidencias, sabiendo que no todos pensamos, ni sentimos lo mismo. Ya tengo suficiente con tener que cerrar la boca en otros lados, al solo efecto de evitar mi linchamiento.

    Si nos vamos a enganchar en el delirio de las sensibilidades colectivas o particulares estamos perdidos.

    Por otra parte no leo, oigo, veo, medios argentinos. Esto no es una postura: No los soporto, no son serios. Me asquean de verdad, hasta físicamente. De la realidad me entero cuando tengo que comprar algo, me cortan la luz, etcétera.

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  14. Mi querido Don Freeman, creo que Ud. sabe que lo considero uno de los más valiosos nuevos valores que se han incorporado al blog y, en su inmensa mayoría, sus post y comentarios me resultan de sumo interés.

    Coincido en que habría que conversar sobre "hechos y argumentos" sin el factor emocional, pero lamentablemente eso requeriría que los participantes tuvieran INFORMACIÓN, cosa que no siempre ocurre. Más bien suelen aparecer juntas las ideas con las emociones o, simplemente, las ideas preconcebidas desde la que se analizan los hechos.

    Por otra parte, de ninguna manera pretendía censurarlo o impedir que expresase su opinión libremente.

    Por mi trabajo, no sólo tengo que leer los medios argentinos sino también de otros países y, muchas veces, siento lo mismo que Ud con respecto a varios de distintos lugares.

    Un abrazo

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  15. Es genial cuando en la peli Marge les dice algo así como: "Yo no comparto su culpa por provenir de una familia con riqueza" , refiriéndose al resto de los conservadores que sufrían de la "culpa de clase" o algo por el estilo surgido de nunca haber sido de la "clase trabajadora" que Thatcher si era.
    Esto es algo que los progres siempre usan en contra del resto ( una especie de polilogismo barato) si no sos pobre o trabajador ¿Cómo podrías entender a los pobres y trabajadores y menos aún representarlos? El detalle que la mayoría de sus líderes provengan o se transformen en lo que ellos dicen detestar, es un anecdótico. Todos sabemos que para ellos existe una riqueza mala, y la riqueza buena, que es la de sus líderes amados. No es hipocresía, es aguantar los trapos de su neurosis progre.

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  16. Estimado Enmascarado:

    Le gradesco sus " 'lojiososconcetos" (sic toda la frase).

    De ninguna manera pensé que usted o alguien del blog pretendiera censurarme.

    Creo que tenemos como cultura una tendencia a la inquisición y a la censura muy grande. Aquí, en Argentina (y sobre todo últimamente), todas las argumentaciones son ad hominem o peor: contra el hombre. No se argumenta contra otro argumento. No se tienen argumentos.

    Y quienes manifiestan una "disidencia intelectual" corren serio riesgo de integridad física. Esto no es una metáfora. En la Argentina de hoy en día estamos muy cerca del riesgo de agresión física por expresión de pensamiento.

    Todo esto da lugar a una profunda auto censura, mayor que la que ya teníamos por tradición.

    Creo que en estas circunstancias, más que nunca, hay que poner pie firme y, cuidando de no suicidarse en el acto, manifestar lo que uno cree.

    En ese sentido mi expresión: creo que no tenemos que ser timoratos en la expresión. Es la única garantía de que no acaben con nosotros.

    Si tenemos que ir contra corriente de todo un país que, por adoctrinamiento, sensación visceral, discursos de gobierno, estreno de película le ha dado de enloquecerse contra la Thatcher, pues estaremos en contra.

    Pero, en este momento y lugar, hay que disentir sin vueltas. No exagero si digo que nos va la vida en ello. Si a la masa zombie no se le aguanta en la parada nos van a terminar exterminando o, por lo menos, reduciendo a un mutismo peor que el servil.

    Con respecto a la gente del blog. Es cierto, pero lógicamente humano, tenemos mezcladas emociones con pensamientos, informaciones, etc. Es parte de ser humano. Lo bueno es irse dándose cuenta y desbrozar las cosas.

    Y si ve los telediarios argentinos: dígame si no parecen, más bien, programas de entretenimiento.

    Un abrazo para usted.

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  17. Lei todo el post como quien lee al Marqués de Sade a escondidas, ya que todo lo que se me inculcó de chico de la ex primer ministro Thatcher fueron emociones y no hechos históricos. Lei todo el artículo como quien transgrede una religión a eso me refiero con lo del Marqués de Sade, a pesar que tenía algunas referencias de buenas en la universidad sobre "Calidad Total en el Estado" implementado por Thatcher.

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